a Ángel Campos Pámpano
Quien aguarda un nenúfar
sólo obedece al aire.
Supo volver a casa
y a la vez fue horizonte.
¿Cómo expresar las formas
del frío suavemente?
Vi su clara presencia
a salvo de la noche.
Abrí el balcón, y unía
una voz que era dulce,
una palabra limpia
para el vuelo de un pájaro.
una palabra limpia
para el vuelo de un pájaro.
Los sencillos lugares
todavía me sirven.
Soñé también el mar
y una ciudad sin gente.
Volverá tu mirada
al compás de los parques.
* (El próximo 25 de noviembre se
cumplirán cuatro años sin Ángel Campos Pámpano. Sólo por él he
sido capaz de romper el silencio creativo y la densidad de mis
últimos meses, de algún modo anticipada en un poema de agosto de 2011
titulado Apariencia de límite. No seré el único que lo
recordará de nuevo: ahí estarán los blogs; o en su pueblo natal este año
hablará de él Luis Arroyo Masa; y releyendo sus poemas habrá un
sinnúmero de quienes lo conocieron y trataron, incluidos sus
alumnos, que lo tengan presente. Hace poco,
en su 'Radio París' de El Cultural,
Francisco Javier Irazoki le dedicó una semblanza en la que destacaba
“He
visto una comunidad unida por el nombre de un creador ausente”. Así lo constató en su trato personal y sus visitas a las Aulas literarias de nuestra tierra. De
alguna manera seguimos conmovidos por su falta y la certeza de que
fue alguien distinto capaz de concebir además una obra poética donde
cada palabra lograba ser “un acto de amor que se hace piedra”, “donde
todo es más fácil”. Sin duda, yo entonaría sus palabras para que
continuaran y sirvieran a las nuevas generaciones de Extremadura.)