¿mi aliento te recorre
o te pronuncia?
Mínima sílaba,
vi volar las vocales
y ansié ser música.
Tu vestimenta
fue la piel delicada
de cada hora.
Verte callada
me trajo el oleaje
de las orquestas.
En lo que olvidas
el vértigo se calma
si se desdobla.
Dejo que dance
el aire en tu figura
por no dañarla.
Como en la orilla
del cauce sobre el agua
que te refleja.
Sabiduría
del nombre que nos lleva
al pie del alma.
La luz desea
mostrarnos la palabra
que da la vida.
Para que vuelvas,
aguardo en el silencio
la misma lluvia.
* (En el recuerdo de los destellos poéticos del habla mozárabe de las jarchas nos resuena el término árabe habibi que en boca de aquellas doncellas mencionaba al destinatario de esos amores tocados con el temor de no volver a verlo o el sufrimiento de la separación tras el encuentro. Con la delicadeza de aquellas confidencias de esta esencial y primitiva primera muestra de las cantigas de amigo hispánicas y su mestizaje tan necesario hoy -y en verdad luminoso- de nuestra identidad y cruce de culturas, surge este poema y el título elegido. Junto al término árabe حبيبي -habibi, amado, amigo-, está el correspondiente femenino حبيبتي , habibti, aquí elegido. Agradezco a mi amiga Fátima Zahra su ayuda filológica.)