¡Qué daga extraña
divisar tan al fondo
irse la tarde!
Deja en los ojos
un licor la tristeza
lejano y amplio.
Sin sol parece
bajo el cielo cubierto
la luz ausencia.
La lluvia empapa
el mar que no se mueve
ni toca el aire.
* (Así estaban los cielos el pasado viernes camino de Santanyí, a la altura de S'Horta, donde Paco de Lucía adquirió una casa de campo para vivir retiradamente. Qué pena no haber podido parar el coche para acompañar este texto con la imagen de la densidad de las nubes, la inmovilidad profunda de la tarde y, al lado, el reposo del mar, todo marcado por una espesa luz azul intensa, anterior a la lluvia y el viento que llegó más tarde.)