viernes, 20 de diciembre de 2013

Itinerario

¿Qué elijo del camino?
En mi mirada,
la luz, la flor, 
lo roto, el cieno.
En la parte de mí desposeída
persevera el deseo
en su danza dorada
que con el sol declina.

Cada noche descansa
esa impalpable sombra
piel adentro en el sueño.
La nota más vibrante
reside en lo sencillo.
 

martes, 5 de noviembre de 2013

Semejanza

Los cipreses,
cuando miras el cielo,
te devuelven la imagen,
siempre dentro de ti,
que al ser amada eres,
mientras sigues
en la orilla insondable
de este pulso
aterido hoy sin dueño
en la voz y en las copas
que dan a ningún sitio
por el aire.
No hay camino
que me lleve o te traiga
antes de tiempo.
  

domingo, 6 de octubre de 2013

Primera hora

Dame tu amor
después de todo.

Delante del espejo,

en la luz fría.

Para vencer el filo

de la muerte varada.

Al lado de palabras

que disuelvan la nieve,

la frontera de niebla,

el horizonte mudo.

Habla quien ya no vuelve

del lugar del vacío.

Si en mi piel tu partida

fuera un juego de niños...
 

domingo, 8 de septiembre de 2013

Reloj de arena

Aguas del Duero
vertidas al Atlántico,
si no os volviera a ver
qué adiós diría,
podría sentir aquí
ver morir la tristeza.
Fado abierto de Oporto,
puente tendido
desde el recodo
secular del viento.
Un espejismo huir.
¡Tan cerca queda el mar
desde esta orilla!
Sobre el agua se graba
el día entre las barcas.
 

martes, 27 de agosto de 2013

Estaciones

Quien aspira a volar
se disuelve en el aire.
Mas el aire quisiera
ser como tú, corpóreo.
Huimos de la imagen
que a los otros complace.
La materia nos forma
a la vez que es un límite.
Encierra sensaciones
de un devenir extraño.
Describo su memoria
al desprenderse:
un sueño interrumpido,
un fulgor que no duele.
En el cuerpo se esconde
al latir lo difícil,
esparcidos fragmentos
de un saber entrevisto,
un perfil de violines,
el silencio en la nieve.
Si respiro, sucede
sin pausa lo distante.
La raíz que me ofreces
es mi voz ya sin nombres.
 
 
* (Quise que en los últimos días de agosto apareciera en el blog este poema que había escrito durante el mes y retocado en esas fechas previas. Me encontraba pasando de nuevo unos días en Portugal junto al Atlántico, desde hace años a mil kilómetros de mi residencia mallorquina. Y de donde volví con la sensación de ser un lugar magnífico para vivir si así de fáciles fueran los deseos terrenales. Me costó encontrar cerca de donde estaba un cibercafé para preparar la entrada que mostré con el poema exento. Con la urgencia del momento, opté por no incluir unos versos emblemáticos de Juan Manuel Rozas que me resonaron durante su escritura, pero que ahora, tiempo después, aquí recuerdo: "somos ruido de rosas, dioses para la muerte". Porque siempre, después de atravesarla de nuevo, y más con los seres queridos más cercanos, queda la sensación, mientras vuelven los días que germinan y a cuyo rostro nos volvemos, de ser parte de ella. Hasta que un día el propio pulso nos sacude y devuelve al sentido de lo que alcanza la existencia.)
 

martes, 13 de agosto de 2013

Isabel

Una paloma, amor, mujer que vuela,
mi madre ya partió, retengo ahora
su última mano que es la mía
y el hueco de su huella mudo expresa
esta separación, la hora
donde el aliento eleva la tibieza
querida de aquella carne y luz
no abandonada, menos rota.
Hoy sostienen mis huesos entera tu estatura.
Aunque te vayas, más cerca ahora ves.
Aquí en mi cuerpo te ofrezco que residas.
Yo soy también lo que tú eras.
Contemplo la levedad hermosa de tu alma:
qué ventana no da dolor abierta a la belleza
que hoy por doquier asalta.
Madre, mira la gratitud continua de la vida,
el reposo maestro de tu ternura y nombre.
Nacido de tu ser, este latido
da fe del mundo que ante ti se entrega.

 

* (El pasado 11 de agosto, hacia el mediodía, falleció mi madre, en su casa, de manera rápida y sencilla. Es una pérdida que conmociona desde el momento de recibir la noticia, pero que al día después de su ausencia definitiva vuelve a tomar en el dolor su extraña forma. Es el duelo y la inevitable despedida humana, por encima de nuestra concepción de la muerte o de las claves invisibles o tácitas de la vida, pues este juego y recorrido lleva con él estas inaprensibles cartas. Tras la bondad y satisfacción de lo palpable, viaja también la frialdad de los perfiles de la separación y de lo que no continúa. Este poema estaba escrito hace un tiempo. En las muchas crisis de salud de estos seres queridos se vive y anticipa la realidad de la muerte que, como otras experiencias de la vida, no sólo son el fruto de un momento y están presentes en distintos instantes y reflejos. Todo lo que es un camino serenamente culminado tiene sentido, igual que tuvo consistencia y cobijo, para ella misma y para nosotros, su anterior cercanía y su memoria. Es todavía el momento del silencio y entender la medida que ahora tiene todo, sin su presencia y gestos, para quienes la conocimos, pero hay un impulso por el que queremos, con algunas palabras, conjurar estos hechos y dejar la constancia de nuestra gratitud y sentimiento. Hablo esta vez en plural, en voz de mi familia y mis hermanos, hace tan poco, al despedirla, todos juntos.)
 

domingo, 28 de julio de 2013

Cruce

“Aquí el viajero debería girar hacia el Oeste, siguiendo el hermoso valle del río Limia -Lima, en Portugal-, y que los romanos creían el Lethe, el río mitológico del olvido.”

Ante mí vi el fluir de un río hacia al Oeste,
donde la luz sin declinar cada tarde resurge.
Mi mano entró en él, sintió su cauce,
hasta volverse curso móvil, líquido.
Yo recorrí sus puentes y la umbría de los bosques.
Pensé que este lugar conduce a un sitio eterno
pues el deseo sostiene el esplendor de lo frágil.
¿Qué más da como llames a esta mansa corriente?
Donde todo se agota cabe lo inextinguible
y el olvido no existe ante el rumor de líquenes.
El día sucede igual ajeno a las señales
de nuestra incertidumbre y lo cambiante,
pues su iris no atiende la gloria o la hecatombe.
Toco el río que de otros fue dorada leyenda
y ante mí su verdad es de piedras y musgos.
Desliza, como yo, lo que es, en reposo,
más también su reflejo me devuelve una cúspide.
Se dijo que al cruzarlo borraba la memoria
no así como descanso sino aldaba de muerte,
pero yo veo su agua y agitación de peces
propia de lo que incita, no de lo que destruye.
Si desdeño ese pánico, me quedan unos valles
más propios del retiro de la naturaleza
con la ebriedad de todos sus lenguajes.
Elijo sumergirme y atravesar su lecho,
me imagino en su fondo braceándolo inquieto,
buscando algún vestigio que explique del pasado
esta hermosa creencia de la orilla que es gélida.
Quien no teme a la muerte desviste su belleza,
plateado semblante que aún no me requiere.
Oyes cantar del aire el vuelo de lo libre.
Dejas que una figura se esconda entre los robles.

 

* (Para combatir el exceso de calor de este verano capaz de reducir nuestros ritmos habituales a lo mínimo, valga esta recreación surgida de una señal inesperada y tentadora. ¿Quién -como yo pensé al leer esta cita de una guía de viajes- no se atrevería a cruzar el río de la muerte, en los bellos parajes por donde cruza este caudal portugués y gallego y poderlo contar, y tras esta impulsiva profanación de lo sagrado -y del pánico sentido por otros hombres-, traer otro conocimiento hasta ahora vetado, no el del fuego arrebatado a los dioses, sino el del relato capaz de comenzar desde cero el origen de todo, con la frescura y nostalgia de lo inicial e insobornable?)
 

lunes, 15 de julio de 2013

Geografía urbana

Luces tenues de marzo.
                                          Cae la tarde.
Frágil es esta luz del norte.
Remanso en esta plaza
dorada. Es una nube
esos niños que cruzan,
las nervadas barandas,
la piedra casi móvil.
El aire azota fresco.
Cae la tarde
más, y el sol, sin huir, no resurge...
Últimos resplandores, gris espacio.
Helada noche habrá para jazmines.
Si enemigo es amar lo que no muere,
vuélvete de esa crin a la costumbre.
 
 
* (Ayer noche, tras bajar el bochorno después de una tormenta, volví a pasear por la plaza de San Pablo de Valladolid al pie de la magnífica fachada plateresca de esta iglesia, como lo es la del cercano Colegio de San Gregorio donde se ubica el Museo de Escultura policromada. En este sitio, más de 25 años atrás, fue escrito este poema de Las horas próximas, libro donde de un modo no explícito fueron quedando reflejados varios enclaves de esta ciudad: calles, plazas, rincones, las cercanías del río, bares... Un paisaje más bien urbano, todavía no abierto a la naturaleza de los lugares posteriormente vividos. El Valladolid invernal que poco a poco se sacudía de sus fríos hacia los meses más templados quedó retratado como un espacio íntimo a resguardo del tránsito de la ciudad y emergido entre nieblas, el color de la noche y paseos a lugares hasta entonces no revelados o advertidos, la mayoría testigos de otro tiempo y menor dimensión, si de algún modo viejos, mucho más personales y acogedores. Puedo pasear por la ciudad que quedó escrita y en cuya resonancia se mantienen, de las sensaciones vividas, las señas de identidad de lo que fuimos, somos y por tanto queda.)
  

viernes, 5 de julio de 2013

Plenilunio

Subirá el mar
y cubrirá los ojos,
y quedarán los árboles
o el espacio y los cuerpos
sumergidos, sonámbulos.
El tiempo será un raro paraíso
mezcla de conmoción
y de reposo.
Desde la densidad flotante de las algas
el sol es una aparición
sin final ni comienzo.
Todo danza en un ritmo de peces circulares.
Igual que en la placenta
un niño crece,
en esta dimensión
el silencio sucede.
 

domingo, 23 de junio de 2013

Geoda

                      a Barbara Loyer
 
Respirar,
y en el pecho
una mano
certera como nube
accede a la burbuja
donde el blanco de un ala
desencalla las sombras.
En tu voz una escala
será la cicatriz
de lo que vuela.
De tu entraña indefensa
el aire recupera
la humedad vegetal
y el iris de los días.
 
 
 * (La minuciosidad del colibrí sabe libar el pulso más allá de la extrema profundidad de los quirófanos.) 
  

domingo, 16 de junio de 2013

Matriz

Tú dices
"yo no sé nada,
y pido, y pido..."
Ese es el balbucir,
el origen del mundo
limpio, inquieto.
El aire
lleno,
calmo,
apetecido.
El no saber, o sí.
El aleteo.
Frágil
volar
seguro.
Ha nevado.
Comienzo.
  

domingo, 9 de junio de 2013

Recorrido

Una gota de sangre
en mi pulgar
no duele.
Ha brotado para salir al Sol
y afuera,
quiso reconciliarse.
Líquida,
en su color,
aún late.
De ti vuelve.
 
 

Tout est consenti
Je m'abandonne
Au silence à la nudité
Minérale du chant
Forêts et champs
Rivières laissez-moi passer…
Le cœur tremblant
Je cherche la beauté
Vêtue de la nuit
Qui vous a renversés
D'un cri
                    (Anne Perrier)

 
 
* (No sé si lo he dicho ya o tan sólo pensado que en unas líneas conseguidas de un autor está todo su adn personal y literario por el que podemos acceder a cualquiera de sus claves, e incluso, en una mirada más comprensiva y sin prejuicios formados, es decir, desde la rendición del que se abre a lo leído, acceder a su posible evolución y reacciones sin que nos extrañe comprobarlo después sobre otros textos suyos. Lo importante del alcohol no es apurar toda la botella sino el contagio y sabor del primer sorbo, o de las copas capaces de abrir el punto exacto de la percepción diferente y entusiasta de la comunicación y el momento. Es así como creo que se ha de abordar el porqué y el modo de acercarse a lo literario. Algo nada cuantitativo -salvo para quien así lo desee o necesite- sino más bien selecto y exquisito como todos los placeres del mundo o nuestra relación con los sentidos: la inmersión poco a poco en lo que más queremos, el disfrute de los pequeños y demorados gestos, la preferencia por la intimidad o el paladeo. También, tras ciertas especiales lecturas, no sabemos si después escribimos desde la dimensión que el contagio de ese otro sentir y pronunciar en nosotros ha hecho, o somos el posible vehículo por el que esa expresión pueda seguir llegando. En ese sentido se diluyen las fronteras de la individualidad y la diferencia. En este poema reconozco la huella de Anne Perrier a la que de nuevo menciono. De quien la volcó al castellano, Rafael-José Díaz, conservo unas palabras que entienden ese encuentro más allá de las mismas y las barreras del espacio y el tiempo: "este tipo de relaciones íntimas entre un corazón y otro es lo que genera la poesía. Los traductores nos sentimos tanto más honrados por haber servido de puente entre un alma y otra.")
 

domingo, 2 de junio de 2013

La mirada del ángel

Para tocar un ángel
traspasa su misterio.
Tiene forma de carne,
no es necesario el cielo,
pero sí cuando llega
su luz se reconoce.
Lo que entonces sucede
ocurre donde vives
sin que nada moleste.
Tiene forma de calles,
camisas, voces, árboles,
o patios en silencio
con geometría de flores.
Tú sabes de ese instante
que no baja de nubes,
ni te aparta del tacto
con que tocas el mundo.
Sólo nace de dentro.
Y al extender la mano
que revela el encuentro
no importa nada entonces:
el pesar se diluye,
y el tiempo y su costumbre.
Sientes la transparencia
desde un nuevo sentido
que te lleva a lo cierto
más allá del ocaso
de todo lo caduco.
Porque tú eres el que abres
la mirada del ángel,
la nostalgia imparable
de un ser inmarcesible.

 

* (Este poema fue escrito el día que cumplí los 50, nada más levantarme, mientras desayunaba, y me siguió viniendo al conducir y al llegar al trabajo. Álvaro Valverde me había contado días antes una historia. Recibió el encargo de alguien desconocido de escribir un poema sobre este tema para un blog llamado Ángeles y Reiki. Ante la insistencia y amabilidad de quien lo llevaba, recreó un recuerdo de esa figura protectora en la infancia y su añoranza de amparo. Aquel 19 de abril me vinieron, de pie, con el café en la mano, rápidamente seis versos. Los anoté a lápiz. El poema quería salir. Lo sentía hermoso, lo presentía fácil. No tenía tiempo y la casa se llenaba de ruidos, con la vitalidad del desayuno y las carteras escolares. Aplacé su escritura tres horas, lo suficiente para que se perdiera. Retomé el borrador, y salió intacto. Estaba ahí. Pese a todos los obstáculos que las tareas interpuestas del día habían puesto a su escritura. Porque esperar tres horas a unas palabras que vienen, en poesía es perderlas. Apareció en aquel blog con una ilustración hermosa de Federico Gallego Ripoll. Lo compartí con amigos. Les dije "una manera de cumplir los 50 años". Uno de ellos, Ricardo Senabre, me contestó "una manera no, la mejor manera". Lo vuelvo a compartir. Puse en él parte del sentimiento sagrado de la vida. Siempre he creído que los ángeles son de carne y hueso para quien sabe abrir esa mirada. Para los cinéfilos, como yo era antes de desaparecer casi del mapa, recuerdo algunas escenas de El cielo sobre Berlín (Bruno Ganz, Win Wenders), ambiciosa y tal vez no lograda película. No hace falta esperarlos, están siempre, aunque como en aquellas imágenes nos retumbe el destierro de los que aman con apariencia estéril. Esa barrera de lo terrenal en lo que pudo ser celeste es la que todavía seguimos resolviendo, hacia adentro, a cambio de nada, con persistencia indesmayable, algunos pocos, hasta que un día suceda sin esfuerzo: a nosotros mismos, a otros.)
  

lunes, 27 de mayo de 2013

Ánfora

Soy el hombre que se confunde con su isla.
Me faltan las palabras que hice mías.
Ahora me lame el mar.
Soy sal y roca.
Hacia adentro descubro ser una estalactita
sedimentada a oscuras con geológica fuerza
sobre una voluntad que da la forma
a ese grito de espera mineral que nos lanza.
Aquí en el mar, ante el sol y las olas,
yo elevo hasta unos ojos claros como las velas
y la fugacidad rota en la espuma
esta declaración que es una antorcha,
si descubro el temblor de una silueta erguida
capaz de extraviar a las sirenas.
 

domingo, 19 de mayo de 2013

Acuarela de estío

                 I

Un junco.
Así tu ingle al sol
rozada por el viento.

Arenales,
y la ola es alarde
que mezcla las cinturas.

Respiras,
y en el temblor del pecho
la humedad fulge y rueda.

Alzo mis ojos
sobre una piel tan ágil
que el verano cautiva.


                 II

En el mar son tus labios
la ensenada que asombra.

Sólo si duermes
te diré lo que he visto.

Y lo he escrito en tu espalda
bajo el vuelo de un ave.

Un destello en la orilla
se sumerge tras irte.
  
  
 * (En este mes de mayo en que lo mismo se presiente el verano que el viento repentino trae el frío y la lluvia de las estaciones pasadas mientras la luz escala hasta las últimas horas lindantes con la noche, avanzo este poema que quiere anticipar un tiempo inmaculado ajeno al daño o la carencia, y en donde no se perdiera nada más que ese inevitable cerrarse de los días con su penumbra melancólica para los que retenemos una querencia portuguesa sobre la vibración mediterránea, más dorada. Aquí dejo varadas estas palabras, al rumor de otras olas y canciones como las de Pablo Guerrero o Luis Eduardo Aute que resuenan en mí desde la adolescencia. Porque también el día se espera a cántaros mientras se acerca y teme el alba. Qué hermoso si se pudiera compartir convertido en canciones, en esa vibración y conexión que la poesía también conoce.)
   

domingo, 12 de mayo de 2013

Identidad

Concebir la poesía como un fin en sí mismo es no ver que es un medio para expresar o llegar a una forma de vida más alta. Ese debería ser el valor de la palabra, enunciar, inducirlo.
  

domingo, 5 de mayo de 2013

Paráfrasis de Anne Perrier

Para la eternidad,
una silla pequeña
y el calor de una calle
en la que mi alma ha aprendido
a decir tú.
 
 
Este es mi lugar
Para la eternidad
Una pequeña silla de paja
El silencio y el verano
Un muro que el cielo ha agrietado
Como una calle
Y mi alma que se acostumbra
A decir tú


* (Leí y supe por primera vez de Anne Perrier por una muestra de cuatro breves poemas suyos traducidos por el excelente poeta canario Rafael-José Díaz a través de su blog Travesías. Sé que tiene traducida casi la totalidad de su obra, de una autora “delicada, sensible y siempre imprevisible” a la que yo también considero extraordinaria. Gustador como soy de la expresión inefable, me conmovió -como los otros suyos- este poema del que con el tiempo hice una recreación más breve en la que también reconocerme y desnudarme. ¿Qué frontera hay entre lo que admiramos y lo que somos, entre lo que al leer recibimos y lo que en nosotros se enciende? Anne Perrier nació en Suiza en 1922 y para mí ha parado el tiempo con unas pocas palabras esenciales en la boca siempre añorada de una mujer. Es verdad, estamos ante una de esas personas esenciales e invisibles, capaz de ver lo transcendente de los detalles mínimos sin que su presencia y gesto pese, reclame alguna atención, y simplemente escribe unas señales sin impaciencia para quien llegue un día a verlas, en un diálogo satisfecho con esa resonancia que cada cual consigo mismo ha de tener. Ante esos versos hago por recrear la voz, el iris, los gestos y la cadencia de la respiración y los giros del rostro y cuerpo de esta mujer a la que me hubiera gustado ver, y oír que a mí y a algunos otros nos había estado ella, en esa silla, toda la vida esperando. Mis palabras de hoy no la suplantan, son una invitación a que las suyas en nuestra lengua pronto se publiquen.)
  

miércoles, 24 de abril de 2013

Cristal limpio

Una bella mujer.
En su mirada
se intima el universo.
 
 
Refugio blanco
de esa violeta
que quedó en tus ojos.
  
     
  
* (Estas fueron unas de las primeras palabras que recibí en la mañana del 19 de abril. Estaban agazapadas en mi correo, con su belleza inesperada, y aparecieron a través del móvil:

     Querido Carlos: Cincuenta y dos veces gracias por haber nacido.

     Abrazos,
     Zoki"

Las he querido compartir porque hoy mismo hablaba de las pocas veces que mostramos sin trabas la verdad que sentimos. Olvidando el cobijo del bien que nos transmiten, que estas palabras hacen. 

Francisco Javier Irazoki, a quien conozco desde mis dieciséis años, le he querido corresponder con estos textos un poco anteriores a su Retrato de un hilo, en cuya lectura he disfrutado de haikus y otros poemas suyos acogidos al hechizo de lo sagrado femenino. Agradecido.)
  

domingo, 7 de abril de 2013

Campo Grande

                                          a Francisco Pino

                                          Sí, tu niñez, ya fábula de fuentes
                                                                        Jorge Guillén


Otoño. Vegetal humedad,
y el parque es nave
       callada
              en la ciudad
       que desconoce.
La luz, la suavidad, la tarde clara.
Lejos de mí otro parque, y otro parque...
y otro parque  
                        ¡mañana!  
                                          incandescente.
Órbita de la edad en esa piedra
lanzada sobre el agua
de un reflejo interior.
                                    Casi un bosque esa fuente,
y la voz, onda, luz, 
                                 espesa rama.

 

* (Elijo este poema vallisoletano escrito a uno de los lugares centrales y más hermosos de esta ciudad y en torno al nombre de sus dos grandes poetas del s. XX, cuya lectura e inspiración permanece y fueron esenciales, ahora que acaba de aparecer una antología en la colección Cortalaire de la Fundación Jorge Guillén con el título de Sentados o de pie, 9 poetas en su sitio, que reúne a nueve autores que en esta ciudad estábamos y escribíamos allí en los años 80. Lo escrito, cuando llega a lograrse, adquiere el don fundacional de lo indeleble, acaso el propósito más elevado y noble con las palabras, de modo que quede a salvo lo que va más allá de nuestro esfuerzo frágil. Es decir, el ejercicio de la sensibilidad en los detalles mínimos. No todos los poemas están enmarcados por la misma luz, pero todo lo escrito y la atención callada a los detalles diarios que contemplamos y vivimos ha orientado el sentido de permitir que se haga cerca de donde se abre ese reflejo.)
    

sábado, 23 de marzo de 2013

Moneda (efigie antigua)

                              a Juan Ricardo Montaña

En tu pecho percibo

intacta la palabra
que bastaba.
Después de la derrota,
el alma impregna al viento
el rumor del deseo.
Y en ese altar velado,
como quien pulsa el agua,
al fondo te reclama,
libre de un dios,
un cuerpo.



* (Hay lugares de los que uno salió hace mucho tiempo sin posibilidad de retorno. Eso sucedió en octubre de 1979 con Don Benito, en cuyo ámbito había discurrido mi relación con el mundo hasta entonces. Al cabo de casi 34 años, acabo de dar una lectura de mis poemas, ayer 22 de marzo, en la magnífica y acogedora Casa de la Cultura de esta dinámica población extremeña. Invitado por quienes de corazón han querido hacerme sentir de nuevo en casa con esa calidez del "no estás lejos". Fue un emotivo acto donde hablé de poemas y recuerdos y en el que quise ir a ese lugar de las palabras que hace de lo contado un universo compartido. Había escrito días antes de venir este poema que, en su reflejo pagano, mi buen amigo Juan Ricardo podrá también regalar a todos los que disfrutaron, y así me lo hicieron pasar, de este encuentro. Gracias.)
   

martes, 12 de marzo de 2013

Profundidad

                          I

Y el día que la memoria se disuelve
y la palabra escrita torna
a ser tachón o marca sin sentido,
y el aire es aire pero ya sin nombre,
y todo es un recuerdo insostenible
de lo que sabe a fin pero es olvido,
¡ay!, clara despedida de las cosas,
¡qué se eleva y qué dejas
en tu llama impalpable
antes de irte!


                II

En mis ojos de arena
la luz ahora es líquida
y permanece al pie
de las horas selladas,
envueltas en la herida
y el silencio interior
de todo lo vivido.
Oculto en el desvelo,
las horas no detienen
el tacto derramado,
la renuncia, la espera.
Ni hay palabra que puede
devolver ahora nada.


*(El sábado pasado, en un corto viaje, que siempre es ir camino de algo, tal vez hacia uno mismo con lo nuevo y el espacio por techo, volvieron a asaltarme unos versos e ideas que anoté antes de perderlos. Poco después, comiendo a solas, busqué su mejor forma con el placer de escribir e hilar su reflexión que incluso en lo fallido nos devuelve una imagen que es un aprendizaje perseguido. Hoy, creo que esa imperfección que pende de algunos borradores ha apartado la niebla de una silueta capaz de hablar y darse por sí misma, a pesar del autor y por encima de él. Eso deberían ser los textos, criaturas libres que nacen para algo que va más allá de nosotros, que no nos pertenecen, como tampoco a nadie. Quien lo escribió se reconoce en su presente en ellos, pero cede ese cuerpo y su testigo a lo que quiera la fortuna y el tiempo. Leo en estos días Retrato de un hilo de F.J.Irazoki y me asombra la sintonía de estos dos poemas con lo frágil y vulnerable de lo recogido en su libro. Por él y sus mejores deseos ahora brindo, así como agradezco la lectura previa que tuvo a bien hacerme Efi Cubero.)

Ayer fue 11 de marzo. Algo me invita a ofrecer este poema a todas aquellas víctimas de aquel terrible y no resuelto atentado. Nada se escribe al margen de lo más humano.
  

jueves, 28 de febrero de 2013

Desierto

Sobre lo que fue error
-si admites la derrota-
se alzó pronto el poder
de un tacto mudo,
la negación
a una truncada ofrenda.
Creí sin red donde
se helaron cauces,
volví de un sol
que me otorgó cenizas.
Tu imagen me acercó
la belleza del mundo,
relámpago en el cual
el vacío fue el fruto
y el canto la extensión
para un dolor sin cuerpo.
Tantos años después
y fiel a mi espejismo,
renuncio a la ambición
de captar el murmullo,
de sostener la luz
donde brota el castigo.
 
 
* (Con la conciencia de no dejar abandonado el blog más de la cuenta, y a pesar de tareas y fastidios que nos impiden la clara captación en la escritura de las cosas y el ocio necesario para estas tareas, hoy de viaje hacia Valladolid buscaba entre los cuadernos que me traje un texto de 1983 que me apetecía sacar con alusiones a aquel año que transcurrió en Cáceres. ¡Ay!, quedó en casa. La entrada la ensoñé en mi imaginación mientras cruzaba en autobús la sierra de Madrid algo nevada, por cierto. Pero releyendo unos poemas de amor de esos años 80 nunca impresos, me dió por reescribir un final o enlazar una continuación de ellos, allí donde esa reflexión me pareció hoy posible. Este ha sido el efecto que, en cualquiera de sus lecturas, comparto y ofrezco.)
 

domingo, 10 de febrero de 2013

Inercia

Sabes que no te mueres.
Un día te confundes con la tierra.
Entonces tal vez creces o reposas.
Antes, sientes que te vacías,
asistes a pequeñas extrañezas:
es más ligero o más profundo todo,
no hay peso, o los ojos
no ven igual, en ellos ya está el mapa
donde las claves de la vida
eran al margen de la lucha.
¡Qué queda! Puede crecer
la hierba encima o ser el pecho
una oquedad yacente, una bahía,
la efímera conciencia de una nota, de una luz
o de la tibia sensación de esta morada
en la que hoy sigue amaneciendo aunque golpea.
 

domingo, 27 de enero de 2013

Invernal

                II

En el vaho recoges
la música del aire.

Deja que tiemble
el sol que en la piel late.

El frío tenue
que despierta los bosques.

Bajo los guantes
aguardas los colores.

Habrá uno verde
que a los otros incite.

Y vendrá el vuelo
de insectos en la noche.

Por eso sabes
que esperar te conduce.

Que un simple brote
es memoria de un géiser.

Que el frío es parte
de la danza que esconde.
 


domingo, 20 de enero de 2013

Invernal

               I

Niebla en el valle.
Las montañas emergen
desde otras luces.

Entre las nubes
la espiral del abismo
nos sobrecoge.

Un sol de invierno
desciende por la nieve
detrás de un pájaro.

Disuelve el rastro
del aliento brumoso
de la ventisca.
  
  

* (Sigo insistiendo, hay borradores que se salvan por un momento de gustoso trabajo y tiempo libre. Sin este, no hay quien construya ese territorio vislumbrado que no sería palpable fuera de las creaciones. Y la escritura genera escritura, como mostraré en la próxima entrada. Nadie que escribe deja simples palabras si las concibe desde dentro de ellas. En esta mirada y uso de las palabras hay actitudes y valores. La escritura es un reto de lograr una vida diferente. Al menos con esta motivación he ordenado la mayoría de las que esta página caben, o consiste el esfuerzo que -sea útil o no- he querido concebir y transmitir al emplearlas hasta ahora.)
 

domingo, 13 de enero de 2013

Melancolía

Melancolía,
margen del absoluto,
fuga inútil,
extensa lejanía de una 
fuente certera
a un paso de las ramas
asomadas al agua
y a sí mismas. Su clara
diferencia
se escapa de los labios,
la verdad y las formas.
Vana queja
dorada, dulce, quieta,
encendida por siempre
en la imagen y voz
que el vacío agudiza.


* (Hay borradores perdidos y poemas olvidados o no tocados en largo tiempo. Este es uno de ellos, y al releerlo ahora me merece la pena salvarlo. Hay fragmentos y versos que después de un periodo de meses -y hasta años- logran tener sentido o una forma ya válida por algún cambio en nosotros o en alguna palabra. Cada poema se impone, y algunos nos extrañan, otros nos convencen desde el momento de escribirlos. Y luego al volver a ellos, como a un álbum de fotos, las sensaciones que nos devuelven no son fijas, al igual que nosotros cambiamos y nos reconocemos o sorprendemos en el tiempo. Pero el poema una vez escrito es libre, y si ha nacido hay que dejarle paso, disfrutarlo, y esperar la llegada del próximo.)