picotean los sembrados
las garzas blancas.
Salpica el aire
buganvillas que trepan,
lirios que nombran.
La tarde cede
su azafrán y lavanda
ante tu imagen.
¡Quién resbalase
cerca de tu mejilla
como una lágrima!
* (Ayer tarde, mientras conducía en un día de lluvia intensa, por un momento vi en un terreno arado una partitura de garzas blancas picoteando entre los surcos la tierra. Sin quererlo, tuve que anotarlo. Poco después en Palma recibí un regalo de enorme belleza -poesía y dibujos suyos- de un hombre retirado, exquisito, sensible a lo que importa, Federico Gallego Ripoll, y a la vez generoso. "Por las sábanas frías se escapan los caballos..." es un verso hermosísimo que incita a leer su reciente libro Las travesías (ed. Renaciminto). Belleza por belleza, quisiera corresponder con este poema cuyo borrador anoté afortunadamente a tiempo.)