Vaciar una casa.
Llenar cajas, maletas.
Desnudar las paredes
de un interior que todavía acoge
obligado por lo que ya no está
y una distancia, por cierto, inevitable.
Sagrada ceremonia
es despedirse consciente.
Mas no es posible envolver
lo que no asoma
ni quedó tras la marcha
de esa lenta presencia
que sin embargo fuera tan cálida columna
cardinal de este hogar y mis días
hasta ahora. ¡Quién pensara!
A la que hoy
levanto esta fogata
sobre señales mudas, desvestidas
y poderosamente ciertas
que me acompañarán
a donde vaya.
POSDATA
Guardo libros y objetos personales
contrarios al olvido de una edad
cuyo curso fue amable,
cuya labor tuvo sentido,
y hoy me devuelven
el placer y el remanso de un lugar
(este cuarto, esa suma de horas
recogidas, o las cartas
tan demoradamente escritas)
donde nada caía, más bien,
en algunos fragmentos y en destellos
más allá de la noche
sucedía este oficio,
íbamos siendo.
jueves, 30 de enero de 2014
miércoles, 15 de enero de 2014
Cita
Sin la montaña
no podría la nube
rozar la hierba.
Cuando a ella subes
el aire que te envuelve
es la memoria.
Y es más profunda
el ala que hacia adentro
toca y te abisma.
Desde la cima
la mirada descubre
cada minucia.
En ti se unen
la senda y el aroma
de lo que vibra.
La voz callada
que en esta lejanía
la altura atiende.
La luz persiste
en el trazo imprevisto
de la palabra.
Otro es quien baja
y recibe en silencio
la transparencia.
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