Hay islas sobre el agua
y en el cielo hay islas
inmensas que son agua.
Son nubes que sostienen
la mañana en azules,
la quietud más desnuda
de la primera hora.
Una leve palmera
se interpone y las toca.
Aún no vuelan las aves.
La luz crece en las ramas
y el día en su tibieza.
Sin que el sol predomine
ahondan la nostalgia.
Hoy ni el viento las roza.
Vinieron desde dónde,
siendo inermes perduran.
De querer olvidarme,
me fundiría en ellas.
En su altura preludian
el trasluz de una vida.