Sobresalta tu ausencia.
A veces las palabras
rescatan la memoria,
señalan una búsqueda,
una tensión; descifran
la huella que nombraba
la nebulosa forma de la vida.
En mi espalda una herida
me ajena, tu carencia
que desvela la mía,
una espada que corta,
un sueño que golpea.
Lo que nadie esperaba
-la vida de otro modo-
fue un sereno adentrarte
donde el aire no habita.
Otra vez no te vayas
y envuélvete en la luz de nuestros días.
* (Hoy, 25 de noviembre, es el segundo aniversario del fallecimiento de Ángel Campos. Este poema escrito en los primeros días de diciembre de aquel 2008 conjuraba ese impacto. Sigo pensando lo que hace un año dije en un blog amigo, Pura Tura: "La ausencia se resiste al olvido o la nada. Lo que fue adquiere esa clara entidad ajena a la erosión de la ignorancia." En este mismo blog, Miguel Ángel Lama tuvo a bien acogerme un escrito que ahora rescato. Otros muchos describieron en esos días desapacibles la destemplanza de su falta. Tuvimos la convicción de que supo hacer sencillo lo que apreciamos como grande. Y que era enorme lo que con él literaria y humanamente despedimos. Recuerdo la necrológica para Abc de Álvaro Valverde, o los poemas de Jorge Riechmann y de Basilio Sánchez recogidos en su blog. Fueron llegando luego otros, recopilados junto a semblanzas y análisis en algunas revistas y separatas de homenaje. Es verdad que su inesperada muerte no dejó a nadie que le trató (el poeta y traductor, el editor, el profesor, el amigo) indiferente. Hace dos días recibí un último e insospechado escalofrío. Pedí un favor a alguien que me había dejado aquí un comentario, Mamen Alegre, y en su contestación leo: "A Ángel Campos lo conocí en primera persona a través de las pruebas que necesitó en mi lugar de trabajo. Él murió antes de que yo lo leyera. Soy enfermera del servicio de Radiodiagnóstico del HIC de Badajoz." Me quedé sobrecogido y agradezco de corazón estas palabras de alguien capaz de estar ahí en ese momento decisivo con todo el tacto y elegancia que nos consuela al revivirlo.)