Tus palabras son bellas.
Dime si me devuelven lo perdido.
Ahora suenan,
vibran como las hojas
que anticipan lo nuevo.
Repiten en el aire
su mejor plenilunio.
Y dejan en los dedos
un reflejo distinto
al que acudir por siempre.
Las palabras no dichas
ni poseen el silencio,
ni el tiempo que declina
las conoce.
Lejos de lo inmanente,
oscurecen los límites,
sobrecogen los gestos
cuando cruzan la tarde.
domingo, 30 de diciembre de 2012
viernes, 21 de diciembre de 2012
Alto
Volver.
Un movimiento interrumpido.
Así, de paso.
Lo hilvanado, un fragmento
caído de sí mismo
o tan completo
como un árbol creciendo.
Me sumerjo
al momento desnudo,
exento, inicial, lúcido,
en donde lo que nombro
siente el claro propicio
del día sucedido
desde la ligereza de lo intenso
hasta la tentativa
de su pulso.
Un movimiento interrumpido.
Así, de paso.
Lo hilvanado, un fragmento
caído de sí mismo
o tan completo
como un árbol creciendo.
Me sumerjo
al momento desnudo,
exento, inicial, lúcido,
en donde lo que nombro
siente el claro propicio
del día sucedido
desde la ligereza de lo intenso
hasta la tentativa
de su pulso.
miércoles, 5 de diciembre de 2012
Alcor
Nunca una palabra más en vano.
De todas las que sobran e interfieren los días,
que herrumbran de espesor la mirada y el tránsito.
Salgo un domingo a caminar y miro
al cielo abierto donde nada incomoda
y es armonía cambiante para aquel que lo espera.
Me adentro en este espacio al que pido de nuevo
que deje en mí su alzado indesmayable,
su vocación fundida por completo en el todo,
esa conciencia sensorial de lo puro
sentida en torno como única memoria
para un legado que no pese luego.
Hay que dejar atrás todo el humo o la sombra
que hicieron de la voz un manantial de lodo.
Aparto sobre esquinas de grandeza
meras cadenas de un hablar profano
en las que, si confío, encuentro muros.
Ya no más pretensión ni cegadas cavernas
donde la confusión fue grisura en los ojos.
Antes la vida intacta cada día anunciada
que el legado mohoso que intentó suplantarla.
La voz ha de callar para oír de otro modo
bajo la transparencia de esta luz en las formas.
De todas las que sobran e interfieren los días,
que herrumbran de espesor la mirada y el tránsito.
Salgo un domingo a caminar y miro
al cielo abierto donde nada incomoda
y es armonía cambiante para aquel que lo espera.
Me adentro en este espacio al que pido de nuevo
que deje en mí su alzado indesmayable,
su vocación fundida por completo en el todo,
esa conciencia sensorial de lo puro
sentida en torno como única memoria
para un legado que no pese luego.
Hay que dejar atrás todo el humo o la sombra
que hicieron de la voz un manantial de lodo.
Aparto sobre esquinas de grandeza
meras cadenas de un hablar profano
en las que, si confío, encuentro muros.
Ya no más pretensión ni cegadas cavernas
donde la confusión fue grisura en los ojos.
Antes la vida intacta cada día anunciada
que el legado mohoso que intentó suplantarla.
La voz ha de callar para oír de otro modo
bajo la transparencia de esta luz en las formas.
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