lunes, 25 de julio de 2022

Tras el humo

Te envío una postal
de un viaje entre islas.
No es su imagen lo que importa que tengas
al recibir esta tarjeta.
Es el recuerdo, en la añoranza
de que no estés aquí
mirando levantarse el día
en la humedad de un litoral todavía dormido
y puedas asistir a su desvelamiento.
O yo sentir en tu respiración
el recorrido de tus ojos
y en él el gesto pensativo de la edad
desde la admiración al desencanto
al percibir un día nuevo
en la fragilidad que al cabo somos,
en la fugacidad y en el precario
consuelo indefinido
ante lo imprevisible e inesperado
cuando es poco propicio su futuro.
Porque caer es algo inevitable y lúcido
y, pese a la constancia en lo que hacemos, 
un azar destructivo amplía lo inseguro
y el cielo acoge en su color el miedo,
muestra indicios quemados sin retorno,
trasluce el duelo y la necesidad de olvido
que aúlla en la inquietud
agazapada de lo adverso,
impregnada en nosotros
como la sacudida
reseca de unas zarzas
sobre cuyo zarpazo proseguimos.
Y al escribir, en días asolados,
al menos franqueamos estar solos.


* (Pocos daños hay más irreparables, y sumamente dolorosos para quienes amen o al menos sean atentos a la naturaleza como el de los incendios, desmesurados en este verano de altas temperaturas. Aunque se den todos los veranos desde décadas. Porque es muy difícil volver a ver crecer estos bosques, cada vez más esenciales, a cuya umbría bulle esa vida constante bajo su suavidad vegetal o la cíclica llegada de la lluvia. No produce sino una grave orfandad el salvaje atentado de esta lacra padecida en cualquier lado del planeta. La reciente pérdida de algunos de estos parajes, sus ecosistemas y el espacio de la vida rural secular establecida hasta ahora a su vera me dejó embargado en una capital desesperanza, desde la que este poema fue escrito, con la dificultad de creer y confiar en lo que venga. Como si viviéramos una orgía de destrucción y brutalidad contra todo vestigio de humanismo: el de la sencillez de las personas más humildes, o el de nuestro patrimonio universal más selecto.)



    Paisaje mallorquín con naranjo, Joaquim Mir (1900-01)


    Reflejos, Mallorca, Joaquim Mir (1901)

martes, 5 de julio de 2022

Calma

Tonos azules
mientras en la bahía
cae la tarde.

El mar y el cielo
confluyen en colores
de quietud tenue.

Desde la orilla
un velero entre juncos
deja atrás nubes.

También los montes
como manchas profundas
hoy son celestes.

Sin sol las horas
devuelven sostenida
una luz malva.
   



viernes, 1 de julio de 2022

Los ojos del Guadiana

Dentro de mí,
en vuelo,
un alcotán herido
por la luz deseada
desciende al pozo oculto
de las fuentes
y recoge una espiga
que expande
en su planeo
un largo atardecer
sin caída posible.
Cuando llegue la noche
a beber de mis labios
presentirá
la luz de la mañana
aún no nacida,
el rocío del olvido,
el temblor
de unas manos 
transparente,
el soplo
a ras de suelo
de este aire
a cuyo tacto
que me acoge acudo.
Así la vida desvanece el ruido,
así la sed saciada ante el viaje
aborda el horizonte.