Queda en el aire la voz que dio
a los nombres consistencia de luz,
y al relieve de la sed y el paisaje
sonoridad inmarcesible.
Cauce suave hacia el hogar y el horizonte
teñido de otras voces
devueltas por el mar a quien las oye
inmerso en su rumor desde el afán de entrever
en las limpias señales de los días y las noches
la cercanía del instante.
Esa forma de ser sostenida
en los mínimos trazos esenciales de un papel
cuya escritura revelaba una imagen
tan clara e impecable
donde habitar era posible
y aún permanece.
Y así era en el aire
la pureza del vuelo que no obstruye,
el perfil apacible y acogedor de quien
en certidumbre persevera
y escucha tras la niebla
la materialidad profunda de las formas
que nos identifican,
atento a lo concreto como el aroma
seguro del café al levantarse
o el paño tibio de la gabardina cerrada
como pertrecho invernal
hacia el insomnio lector de cada noche
que ahora cada noviembre
nos sobrecoge cuando asoma.
Y estás de nuevo ahí como si urgiese
atesorar de cada instante,
igual que entonces,
la clave para llegar, la persistencia
en el desvelamiento de las cosas
en donde lo querido era posible
próximo a lo esencial para crearse,
porque así era el color, el pájaro, el jaramago,
los tejados con líquenes, la casa familiar,
la soledad profunda y pensativa, los viajes,
los amigos, cada respiración
de los que duermen, la lectura, un diálogo...
y levemente inagotable, ese desvelo
nos sostenía para siempre
de sencillo tan fácil.
Y sin embargo irrepetible.
* (Ángel Campos Pámpano, 10.mayo.1957 - 25.noviembre.2008. Se cumplen doce años de su fallecimiento. Al recordarlo hablamos de lo mejor de nosotros. Nos conduce hacia adentro. Algo importante de su obra y de él mismo continúa acompañándonos sin perder lo más mínimo. Salvo vernos, la vida sigue cerca. Gracias siempre.)
imagen tomada del vídeo preparado por Libre Producciones para "El lince con botas" en 2002.