En tu pecho percibo
intacta la palabra
que bastaba.
Después de la derrota,
el alma impregna al viento
el rumor del deseo.
Y en ese altar velado,
como quien pulsa el agua,
al fondo te reclama,
libre de un dios,
un cuerpo.
* (Hay lugares de los que uno salió hace mucho tiempo sin posibilidad de retorno. Eso sucedió en octubre de 1979 con Don Benito, en cuyo ámbito había discurrido mi relación con el mundo hasta entonces. Al cabo de casi 34 años, acabo de dar una lectura de mis poemas, ayer 22 de marzo, en la magnífica y acogedora Casa de la Cultura de esta dinámica población extremeña. Invitado por quienes de corazón han querido hacerme sentir de nuevo en casa con esa calidez del "no estás lejos". Fue un emotivo acto donde hablé de poemas y recuerdos y en el que quise ir a ese lugar de las palabras que hace de lo contado un universo compartido. Había escrito días antes de venir este poema que, en su reflejo pagano, mi buen amigo Juan Ricardo podrá también regalar a todos los que disfrutaron, y así me lo hicieron pasar, de este encuentro. Gracias.)