sábado, 30 de octubre de 2010

De las proyecciones de la escritura

De una carta reciente: A veces he escrito para vivir y, después de todo, he vivido porque he escrito.

En principio cuando sólo era posible vivir de este modo. Y desde siempre, porque en el folio se adensaba el rostro vislumbrado que se nos escapaba en la vida. 

Al fin y al cabo, escribimos para dejar a salvo el reflejo mejor de lo vivido y, al hacerlo, mantener su destello.
 

lunes, 25 de octubre de 2010

Dos jaiquillas

Bajo la luna
una flor de silencio
te concite.
 
 
Qué laberinto el aire
del ave estremecida
ante la noche.
 
  

* (Cuando por invitación de Ángel Campos recopilé para 'La Centena' aquel conjunto de poemas breves cercanos muchos de ellos al haiku titulado A lo breve, no sé por qué quedaron fuera un grupo de ellos que, al tropezármelos no hace mucho, me demostraron guardar tanto valor como el de los que aparecieron impresos. Cabe al menos rescatarlos de ese olvido porque son parte digna del impulso de aquel cuaderno poético.)
  

jueves, 21 de octubre de 2010

Antes de anochecer

¡Quién no daría media vida a cambio del reflejo de un azumbre de inteligencia! Y después, tener el arrojo de renunciar a toda su aparente grandeza por unas horas suficientes de paz en medio de la nada y de nada, perdido el vértigo de atesorar los secretos que en vano evitan el declive y fulgor de nuestros días. Pero ¡qué hermoso el canto de las sirenas reflejado en los ojos de quien sostuvo el deseo de mirarlas y sus horas de travesía así por él surcadas!
 

sábado, 16 de octubre de 2010

En el parque

La suavidad con la que un niño confunde su pulgar con el meñique del guante y se deja ayudar es la misma de este sol vespertino del otoño que intermitentemente templa unos segundos entre nubes y alienta, en una tarde húmeda, intacta pero frágil para quien, si respira, cansa el hilo de vida que le queda y la piedra en la espalda cuya sombra no deja de apartar.
 

miércoles, 13 de octubre de 2010

Roce casi inmediato

Al hablar sin amor de cualquier cosa se amplifica la sensación de fatiga del mundo y del destierro insoportable de cruzarlo, de merecer haber nacido.

En cambio, en ese otro menos transitado modo de hablar en sintonía favorable de algo, toda la angustia y el abismo depositado sobre el pecho desde antiguo se dispone para ser removido, en principio desde la memoria del vértigo, y lo hace por la innata necesidad de aflorar a un cauce limpio de ser que, de tan maniatado, todavía es impreciso, pero no por ello menos salvífico, deseado e incesante que ese sabor adverso tantas veces hiriente del que hablamos.
 

domingo, 10 de octubre de 2010

Lo invisible

Cada muerte que sucede encierra mucha sabiduría de un ser que terrenalmente ya no puede expresarla. De ahí la conmoción en nuestras palabras de reconocimiento. Lo mejor de ellos debería de continuar, al menos para nosotros, en la vida. Sentimos esa necesidad de su riqueza en lo que falta. Y nos vienen palabras, formas, gestos.

En algunos momentos de sincronía extraña o ausencia irrebasable pareciera que quieren contarnos ciertas cosas que solamente caben en ojos insondables. La duda es si desean un roce de verdad con que tocar la tierra -y hacérnosla tocar como no hicimos nunca-, o desean traspasar la ligereza del aire y llevarnos más lejos. ¿Y si fuéramos sólo la memoria de ellos?
 

lunes, 4 de octubre de 2010

La frontera del agua

Hay palabras que sanan
de las que nadie se alejaría sin dejar de leerlas.
Y en un día de pronto
quedan también escritas.
La frontera del agua.
Un instante en que eres sólo parte de ellas
y tu mano disuelve
el temblor de una rama,
y la rama disuelve
el temblor del que vive.
 
 

* (Hay noticias como la del fallecimiento de Miguel Ángel Velasco, que me llegó por Álvaro Valverde, amigo en cuya lectura hallo uno de mis remansos y de mis motivos -Rubén Darío dixit- cacereños. Luego, la vida aguarda su sentido, a una y otra orilla: el de llegar a vernos o encontrarnos, cada uno a sí mismo. Mientras tanto, cuántas veces la angustia entre días sencillos. Hubo un amigo del que aprendí que los inmortales eran tristes. Alguien tachó una línea: y que un día, felices, vencieron a la muerte. Aquí, una magnífica semblanza de José Carlos Llop.)
 

viernes, 1 de octubre de 2010

"Guerrillero rincón"

                                                                              Seréis,
                                                                              si no ceniza,
                                                                              ruinas
                                                                              (Ángel González)
  
Guerrillero rincón. Qué suburbio es octubre.
Labio de los abetos azotados
casi pluma, casi nunca verdor, casi tu nombre.
Todo ortiga sin luz acechando crepúsculo
- día ya es retorno:
de estrella a mediatarde -
por el licor de asombro de tus besos;
todo casi ciudad, casi abandono súbito.
Original fragmento,
iris de los refugios que se puebla
de submarinas yedras de tus ojos.
Alarido de paz que duélome entre nuncas,
participo y me alcanza en deleznable
escombro de tu siempre
que al menos no haga ausencia.
Barricada de estar
donde el pulso es metralla,
donde poder hablar en catarata
y cada vena es músculo de canción
por ti aferrado
o pócima de riesgo.
Tumefacta pared que nos soporta.
Su cenital ayer desmoronado
es cerco de nosotros.