sábado, 30 de julio de 2011

Ruas e largos sem nome

Hay sitios donde te sientes bien y en otros sólo de paso. Igual que hay días en que eres y otros en que resistes. La muerte no es morir, es lo que pierdes. Y hay dos maneras de dolor: el que inevitablemente sucede y el que impide que la vida conecte con sus momentos felices.
  
(Sesimbra)
   

miércoles, 27 de julio de 2011

El vértigo a lo simple

Cuando el presente sabe a derrota, reviven solos los recuerdos. La vida se resiste a no seguir un cauce y aviva en la memoria sus indicios. Cualquier asociación hace volver imágenes donde encontramos los remansos que parecen ausentes. Algunos, los de la soledad, siempre suceden para devolvernos el frescor y la paz de los ojos de un pozo. Son más escasos los que reflejan la armonía en el espejo de los otros, o del otro más íntimo cuando el roce con él sólo conoce lo que hiere y reclama una cíclica muerte o un gesto irracional sobre lo que no entiende: el vértigo a lo simple. Sólo si fuera danza lo terrible sería un hechizo fascinante, pero el fuego es estéril sobre la flor que invade. Y es necesario el aire, el silencio y el aire, la soledad y el aire, la distancia y el aire para borrar las piedras de los huesos y remover las zarzas del espacio diario. Un hueco, sea cavidad, cobijo o seno del que brotar distinto, y así cruzar la orilla que es vadeable y fértil, limpia de luz y pájaros felices ante quien quiere un despertar sin peso y llevarse a los labios el sabor de lo libre.
   

viernes, 22 de julio de 2011

Eje

Al estar en tu sitio
todo vuelve a su centro,
exige un orden.
El caos sucede
pero aflora en la urgencia
de tornar al acorde,
y ejerce su llamada
extraña,
desafiante. Lo que oprime
o destruye,
más allá de la nada
sabe de un equilibrio
anterior y posible.
Si el daño se disuelve,
es proporción y aire.
Deja que suene y sea,
como brizna y lombriz,
un signo tibio, no valioso
para el trueque o mercado,
imperceptible
el que atiendas,
y sin reparo acude
atraído y constante
a esa señal
de la armonía creciente
y pobre.
 

viernes, 15 de julio de 2011

Del paso de los días


                                            a Jesús García Calderón y Leonor Hinchado
 
 

Pues ves lo que se salva de los años,
soy fiel a mí tras lo que fue segado.
Te entrego el brazo con el que no escribo
y la oquedad del mundo en su silencio.
Tuve fe en las palabras más hermosas
que con amor brotaron de mis labios.
La noche conoció constelaciones
caídas en destellos sobre el alba.
De lo que viviré no sé qué parte
será corona o resplandor de abismos,
sendero y fuente o barrizal de olvido.
Tendré lo que ahora tengo: del verano
la claridad de su sabiduría,
la mano abierta con que aparto el frío.
   

sábado, 9 de julio de 2011

Ocaso

¿Se pone el sol
o silba el horizonte?
Rendido en su trasluz,
el mar te crea.
El fuego te dirá
por qué se apaga,
por qué el mar del oeste
no te ciega,
por qué la luz el más allá perfora,
y tú tocas el mar
que a ti te ama
y el mar, canción sin luz, lágrima oscura.
  
  
                                                             a Carmen y Ángel Campos
                                                             Portugal
 

   
* (En 1991 hice mi primer viaje largo a Portugal al que entré desde Ciudad Rodrigo y Guarda y que me llevó hasta Évora -que todavía recuerdo, si así pudiera decirse, como la más hermosa ciudad de Extremadura, o al menos la vi entonces de ese modo-, y que finalizó saliendo por Marvão y Valencia de Alcántara. Este poema fue escrito unos días antes, ya embebido en el espíritu de ese viaje. Había leído -y si no es verdad, al menos es hermoso-, que los griegos cuando llegaron a este lugar y contemplaron la puesta del sol sobre el Atlántico contaron que el sol al entrar en el mar silbaba. Dentro de unos pocos días podré de nuevo comprobarlo. Algo tiene esta tierra que nos hace sentirnos como en casa. Quiero dejar con esta entrada la gratitud y el gusto por las lecturas que desde Portugal a esta isla de lápices con suavidad constante y silenciosa le llegan. Que no falten. Como tampoco los días para volver siempre a esta tierra.)
   

domingo, 3 de julio de 2011

Sobre la conveniencia de ocultar tus años

Haz de la cifra de la edad secreto,
geoda germinal de lo que lleva el nombre
con que se ordena la materia,
no miedo ante el ocaso
que dulcemente se reclina y duerme.
Esconde siempre la manera
con que los días te contemplan
y pasan incapaces
de retener la cuenta de tu euritmia.
El vuelo rosa del flamenco
planea en las lagunas, curva
la condición voraz del tiempo.
 
 
* (Hace unos días, en un rápido cruce de mensajes con una joven escritora y traductora de poetas rusos a la que desconocía presentada por nuestro entrañable parisino de Lesaka F. J. Irazoki, surgió una leve e interrumpida conversación sobre la ocultación de la edad en algunas mujeres. Mero juego al que un rato de paz mientras mi hija nadaba me procuró estas palabras.)