Te envío una postal
de un viaje entre islas.
No es su imagen lo que importa que tengas
al recibir esta tarjeta.
de un viaje entre islas.
No es su imagen lo que importa que tengas
al recibir esta tarjeta.
Es el recuerdo, en la añoranza
de que no estés aquí
mirando levantarse el día
en la humedad de un litoral todavía dormido
y puedas asistir a su desvelamiento.
O yo sentir en tu respiración
el recorrido de tus ojos
y en él el gesto pensativo de la edad
desde la admiración al desencanto
al percibir un día nuevo
en la fragilidad que al cabo somos,
en la fugacidad y en el precario
consuelo indefinido
ante lo imprevisible e inesperado
cuando es poco propicio su futuro.
Porque caer es algo inevitable y lúcido
y, pese a la constancia en lo que hacemos,
un azar destructivo amplía lo inseguro
y el cielo acoge en su color el miedo,
muestra indicios quemados sin retorno,
trasluce el duelo y la necesidad de olvido
que aúlla en la inquietud
agazapada de lo adverso,
impregnada en nosotros
como la sacudida
reseca de unas zarzas
sobre cuyo zarpazo proseguimos.
Y al escribir, en días asolados,
al menos franqueamos estar solos.
* (Pocos daños hay más irreparables, y sumamente dolorosos para quienes amen o al menos sean atentos a la naturaleza como el de los incendios, desmesurados en este verano de altas temperaturas. Aunque se den todos los veranos desde décadas. Porque es muy difícil volver a ver crecer estos bosques, cada vez más esenciales, a cuya umbría bulle esa vida constante bajo su suavidad vegetal o la cíclica llegada de la lluvia. No produce sino una grave orfandad el salvaje atentado de esta lacra padecida en cualquier lado del planeta. La reciente pérdida de algunos de estos parajes, sus ecosistemas y el espacio de la vida rural secular establecida hasta ahora a su vera me dejó embargado en una capital desesperanza, desde la que este poema fue escrito, con la dificultad de creer y confiar en lo que venga. Como si viviéramos una orgía de destrucción y brutalidad contra todo vestigio de humanismo: el de la sencillez de las personas más humildes, o el de nuestro patrimonio universal más selecto.)
Reflejos, Mallorca, Joaquim Mir (1901)
No hay comentarios:
Publicar un comentario