Sin la montaña
no podría la nube
rozar la hierba.
Cuando a ella subes
el aire que te envuelve
es la memoria.
Y es más profunda
el ala que hacia adentro
toca y te abisma.
Desde la cima
la mirada descubre
cada minucia.
En ti se unen
la senda y el aroma
de lo que vibra.
La voz callada
que en esta lejanía
la altura atiende.
La luz persiste
en el trazo imprevisto
de la palabra.
Otro es quien baja
y recibe en silencio
la transparencia.
1 comentario:
Un hermoso zigurat de palabras, Carlos. Tampoco el que sube a esta cita es, tras descender, el mismo.
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