Sí, tu niñez, ya fábula de fuentes
Jorge Guillén
Otoño. Vegetal humedad,
y el parque es nave
callada
en la ciudad
que desconoce.
La luz, la suavidad, la tarde clara.
Lejos de mí otro parque, y otro parque...
y otro parque
¡mañana!
incandescente.
Órbita de la edad en esa piedra
lanzada sobre el agua
de un reflejo interior.
Casi un bosque esa fuente,
y la voz, onda, luz,
espesa rama.
* (Elijo este poema vallisoletano escrito a uno de los lugares centrales y más hermosos de esta ciudad y en torno al nombre de sus dos grandes poetas del s. XX, cuya lectura e inspiración permanece y fueron esenciales, ahora que acaba de aparecer una antología en la colección Cortalaire de la Fundación Jorge Guillén con el título de Sentados o de pie, 9 poetas en su sitio, que reúne a nueve autores que en esta ciudad estábamos y escribíamos allí en los años 80. Lo escrito, cuando llega a lograrse, adquiere el don fundacional de lo indeleble, acaso el propósito más elevado y noble con las palabras, de modo que quede a salvo lo que va más allá de nuestro esfuerzo frágil. Es decir, el ejercicio de la sensibilidad en los detalles mínimos. No todos los poemas están enmarcados por la misma luz, pero todo lo escrito y la atención callada a los detalles diarios que contemplamos y vivimos ha orientado el sentido de permitir que se haga cerca de donde se abre ese reflejo.)
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