Subirá el mar
y cubrirá los ojos,
y quedarán los árboles
o el espacio y los cuerpos
sumergidos, sonámbulos.
El tiempo será un raro paraíso
mezcla de conmoción
y de reposo.
Desde la densidad flotante de las algas
el sol es una aparición
sin final ni comienzo.
Todo danza en un ritmo de peces circulares.
Igual que en la placenta
un niño crece,
en esta dimensión
el silencio sucede.
4 comentarios:
Qué tendrá la luna, qué tendrá.
Pienso que la belleza conjugada de mar y luna llena se aproxima a la felicidad, aunque ésta sea fugaz.
Besos.
Sabes, este poema me recuerda a la sensación que aparece cuando cierras los ojos. Ya no queda nada por ver, pero todo esta ahí, las personas, los objetos, los espacios, y nosotros lo percibimos de otra forma, como desde otra dimensión, como flotar, como un globo...
Precioso poema, que leo y leo y leo y leo...
María jesús
«... el tiempo será un raro paraíso / mezcla de conmoción / y de reposo... » Sabia intuición. Tan prometedora.
Al transcribirla, por mero placer de hacerlo, la "mezcla" se tornaba "mezcal", y parecía que por entre las palabras se escurría, afilado y veloz, un colibrí de muchos colores.
(Debe de ser el calor).
¡Feliz verano!
Me río, Alfredo, de esa deriva de términos que a su vez yo he asociado a la mescalina del peyote. No, con estos calores, y al menos por ahora, no me asomaría yo a esas ventanas enteógenas, tan interesantes y escurridizas, por cierto. Digamos que la profundidad posible del poema es la misma accesible desde la paz de un vaso de agua.
El poema fue un rapto de lucidez surgido en muy pocos minutos, poco antes de ir al trabajo. En este 'Plenilunio' me refería esos estados de transición que al no estar escritos ni tampoco vividos, su imagen mejor era la de ese reino sumergido donde todo se forma y obliga a ver con ojos nuevos. Un lugar a la espera, donde nada está ahogado sino, más bien como en el sueño, se transita un estado que dejará por siempre en esos ojos la condición de ese buceo. Y al salir de esas aguas, qué será lo importante, si acceder a la luz y las formas que dé en ellos, o mirarlos por rescatar en su interior lo descubierto.
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