Asomado a su linde
los contemplo.
Ojos bellos, sonrientes,
que a la vez nos reflejan
la belleza del mundo.
A la noche serán
con el sueño más hondos.
Una estrella fugaz,
un leve parpadeo.
* (El 31 de mayo suele suceder cada año este regalo. No la conozco más que por las palabras entusiastas y breves de su padre o las más expresivas de otro gigante amable como es Ángel de Miguel. De ella sé la algarabía y la celebración de la vida cuando aparece. Hay seres que han venido a irradiar lo hermoso. Que la vida los cuide. En su mirada caben la umbría de los bosques navarros y el cielo abierto de los caminos de la Tierra.)