lunes, 26 de febrero de 2018

Seguridad

Acepta ser amada por un hombre
que dibuja en tu imagen su palabra primera.
 
Acepta que eres fuente de ti misma
y el día se ordena porque tú despiertas.
 
Acepta la verdad: nada comienza
-ni tú, ni el simple germen de una hoja-
que vaya a declinar en mi memoria.
  
Cuando caiga la tarde, en las hogueras,
la noche emergerá por ser tú misma.
 
 
* (Hace unos años alguien me pidió que escribiera un poema sobre ese territorio -¿ideal, accesible?- del alma gemela. En el fondo, de la relación amorosa. Ante un encargo o reto, la respuesta nunca puede partir de nada. Ha de haber un rescoldo desde donde poder hablar en sintonía o resonancia. El poema quedó, como otros muchos, guardado, a la espera de que su factura y su bagaje de verdad o de niebla lo decantara el tiempo. Ahora que los últimos fríos del invierno se alternan con los primeros soles de la primavera puede ser el momento de dejarlo volar y compartirlo.)
 



1 comentario:

Myriam dijo...

Pues, querido Carlos, me alegro
mucho de que compartieras este poema.
¡Es bellísimo!

Un abrazo