El otoño es salobre en sus colores,
un leve aprendizaje a ser más viejo.
El cuerpo cede y el olvido adensa
el paso que prosigue hacia otra altura.
Las aves cruzan ciegas y solemnes,
la tarde late oculta en ocres luces,
el mar ahonda su profunda noche
que al cuerpo templa en medio de la orilla.
Recoges del racimo las esferas
dulces y lentas de un verano antiguo
que libará su ofrenda a nuevos días.
Los mismos que dejaron en tu pulso
el sueño que fue cierto y ya es espuma
de un valle y claridad al sol que dora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario