En sus palabras, un escritor casi siempre salva lo que ha podido de la vida mientras sus otras fuerzas cotidianas en ocasiones no han logrado siquiera cuidar -como si algo se ensañase- los detalles que forman su casa y cercanía.
Quién hallara ese punto en el que la literatura devuelve sus mejores palabras en una restaurada armonía de vivencias no rotas.
Algo así como que la palabra asentara al nombrar lo que crea, y que el tacto y los ojos constataran esa extraña memoria de una vida encendida o una historia sin sombras.
1 comentario:
me gusta tu manera de escribir, y de pensar. Gracias, Carlos
Publicar un comentario