Tus palabras son bellas.
Dime si me devuelven lo perdido.
Ahora suenan,
vibran como las hojas
que anticipan lo nuevo.
Repiten en el aire
su mejor plenilunio.
Y dejan en los dedos
un reflejo distinto
al que acudir por siempre.
Las palabras no dichas
ni poseen el silencio,
ni el tiempo que declina
las conoce.
Lejos de lo inmanente,
oscurecen los límites,
sobrecogen los gestos
cuando cruzan la tarde.
2 comentarios:
Siempre me gustó la palabra del título (por cierto, ahora en boca de muchos gracias a una "famosa" novela) y este poema extrae de ella sensaciones que dan que pensar (además de sentirlas, claro). Un abrazo.
Ay, Alfredo, por otras razones de relectura y ordenación de los poemas, ese título al que aludes -intemperie-, ya lo había empleado antes, y aquí he preferido sustituirlo por este otro, aunque no fuera obligado, pues sobre un mismo concepto y sensaciones similares se puede volver a escribir a lo largo del tiempo tantas veces como queramos sin llegar a repetirnos, es más, llegando a hablar de aspectos y mensajes diferentes.
Pero en cambio, también obedecemos a no caer en la repetición de lo que sea posible. Y sí, el lenguaje, en su aparente limitación, responde y se amplia para sostener el mensaje.
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