domingo, 12 de mayo de 2013

Identidad

Concebir la poesía como un fin en sí mismo es no ver que es un medio para expresar o llegar a una forma de vida más alta. Ese debería ser el valor de la palabra, enunciar, inducirlo.
  

3 comentarios:

luis alonso dijo...

Qué hermosura esa 'rosa rendida'...

Carlos Medrano dijo...

Así debiera ser siempre en la vida. Nunca es tarde para concebir así nuestra relación con los hechos y personas verdaderas, auténticas. Más que nostalgia de todo el tiempo pasado que no llegó a ser de este modo, la conciencia de esta actitud abre la llave de de la intemporalidad de las sensaciones imperecederas. El cielo por qué no va a estar en la tierra, a partir de la sencillez de las pequeñas cosas. Ellas estaban esperando que se abriera nuestra manera de sentir y de mirarlas. Abrazos, Luis

Cristina dijo...

Nos impregnamos de aquello que vivimos y así lo transmitimos. O así deberíamos hacer al menos con lo bello. ¿Quién no se rinde y se entrega y se convierte ante la hermosura de una caricia?
Rosas rendidas, sí, eso tendríamos que ser, y así relacionarnos.
Un abrazo.