Aprendí de tu acento
un paisaje distinto:
que el perfil de las rosas
siente también el tacto,
que el cielo es más humano
cuando pasan las aves,
que en la umbría la hiedra
me configura un rostro.
Lo celebro en mi copa.
Vendrá después el cierzo.
Más adelante otros
vivirán algo análogo.
Pero en días templados
sin un pesar ni urgencia,
nada, si es breve, es frágil.
La consciencia es vivirlo.
Y llave, haberlo escrito.
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