Una
piedra en el aire.
Parábola de infancia
golpeada, no libre,
contra quién, desde siempre.
Flor que brota y se rompe.
La venganza se hereda
desde cunas de sangre.
Dioses pobres asisten
al odio en su reparto,
la frontera inservible
Parábola de infancia
golpeada, no libre,
contra quién, desde siempre.
Flor que brota y se rompe.
La venganza se hereda
desde cunas de sangre.
Dioses pobres asisten
al odio en su reparto,
la frontera inservible
y
el muro de la muerte.
* (Los nuevos acontecimientos de masacres en Gaza me han hecho recordar este poema escrito en 2009 a raíz de una entrada del blog de Á.V. sobre una antología de poemas sobre este drama. Las palabras no pueden devolver nada de lo que ha sido destrozado por la muerte, pero sí señalar y exclamar por esta terrible situación y sus consecuencias. La brutalidad no otorga más razón o verdad, ni justifica a ninguna de las partes. No parece tampoco llegado el momento de ver ceder o que alguien con suficiente autoridad moral lo frene. Me remito a las palabras finales del poema de Álvaro: "Un pueblo herido se olvida del horror / matando a otro." Y mientras, la metralla y el odio aseguran sus siguientes sentencias.)
1 comentario:
Grande tu poema, Carlos. Cortante, sin concesiones sentimentales a la galería.
Sí; esos ancestrales dioses que unos y otros crearon no pueden solucionar un problema estrictamente político.
Un abrazo.
Luis Ángel Lobato.
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