El mundo adquiere
en tu caligrafía
la luz que acechas.
Queda en tu trazo
el bullir de una fuente
ahora al alcance.
El modo claro
de celebrar el aire
que era tu gesto.
No mancha el viento
el zigzag de los pájaros
antes de irse.
Tras tus palabras
vi arder la clara hoguera
de otra existencia.
La simple línea
trazada en la frontera
de la mirada.
En la escritura
la meta del poema
era la vida.
Pese a la puerta,
como el río que pasa,
que un día abriste.
Vuelvo al refugio
de los cálidos nombres
cuando me faltas.
Caligrafía
de la tarde dorada
escrita en blanco.
*(Sorprende leer 30 años después de ser escrito -y así ha pasado el tiempo sin que los poemas desfallezcan- esta cita de O Cais, en La ciudad blanca: "Escribir es recuperar su ausencia: / esta sabia costumbre de los ríos / de morir en el agua o en el aire." Y estas palabras, especialmente las del primer verso, se alzan hoy que cumplimos seis años sin la presencia de Ángel Campos y nos acercan en torno suyo a quienes entonces compartimos su vocación por la amistad y lo poético, que siguen siendo en mí un modelo vigente. Él continúa en la memoria de quienes mantenemos el relieve entrañable y acogedor de su voz, el abrigo de un cuerpo familiar y grande y, bajo su ingente cúmulo de proyectos, su vibrante emoción por lo que fue su origen y su entorno. Fue un ser de hermosa carne y hueso. Nos legó en su expresión un camino valioso.)
3 comentarios:
Querido Carlos, el pasado viernes 21 leí tu poema "El tiempo ileso" en el homenaje a Ángel que se celebró en San Vicente de Alcántara. Fue en la rueda de lecturas con la que se inició el acto y fue una muestra brillante del recuerdo de nuestro amigo. Así fue recibido el poema. Un abrazo, y gracias.
Hermoso y preciso el título, Carlos. Y ajustadísimas las estrofas ternarias (en tesitura japonesa, pero acaso también flamenca). Me llevan de la mano, y al amparo del nombre, a la experiencia de una lectura de sus poemas frente a la luz del Levante, hace dos o tres años. A diferencia de la mayoría (no sé si todos) los que aquí convocas, no conocí a Ángel, salvo por sus obras. Pero, además de lo por lo que en ellas queda mostrado y demostrado, parece fuera de toda duda que era un ser verdaderamente excepcional. Produce una gran alegría, intelectual y sentimental, verlo reflejado, la Ciudad Blanca al fondo, en las aguas do Tejo, ese río que a tantos nos une (en mi caso, porque aunque tampoco es "el río de mi aldea", si lo es de mi infancia), y trasunto del otro, el que nos lleva a todos. Un abrazo, amigo.
Querido Caros, tu poema es un bellísima manera de honrar la memoria del amigo que tanto, y tantos, echamos de menos.
Me he emocionado al leerlo.
Gracias por ello, amigo.
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