El hielo quema
el aliento de un pájaro
sobre la boca.
Labios que vuelan
y sesga su aleteo
lo que más buscan.
Llevan la savia
para encender el templo
de cada día.
Como esa rama
ardiendo mar adentro
ante la ausencia.
* (Hay poemas que surgen de una imagen,
de un cruce de palabras y de ese ronroneo que como un brote vegetal
de la tierra la abre para ofrecer su claridad al sol. La visita del
frío en su forma de nieve a la vez en Mallorca y Nueva York con que se fue febrero hizo el resto al cubrir la tibieza. De ida y vuelta selló esta resonancia
para advertir que bajo cualquier signo vulnerable se obra la verdad y
el misterio de la vida y la muerte con su reto de elevar sobre el
tiempo una llama o incendio capaz de perdurar en lo profundo del
brillo de los ojos.)
3 comentarios:
Preciosos haikus. Se derritió la nieve, las flores se secaron,
queda el fulgor de la poesía.
En el deshielo
con renovada fuerza
la flor asoma.
Saludos!
Gracias, Hilario, por esta nueva entrada compartida. Que haya más. Por amistad y sugerencia. Es una regalo leerte. Un creador es un pintor con las palabras, y en lo que cuentas los días llegan de otra manera, y son vida.
Y qué sorpresa de haiku, bisílaba, como anillo al dedo de esta fotografía. Me ha alegrado. Que sigan.
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