a Pedro Ojeda Escudero
Bajo el sol matinal
de unos cielos volubles
hoy con nubes dispersas
veo caer -brevísimo el instante-
unas gotas de lluvia
que salpican
-ligera acuosidad
que la brisa nos deja-
y traslucen el mar
al fundirse en la piel
por ser salobres.
* (Hay poemas que dejamos en reposo un tiempo por afinar unas palabras y a la espera de calibrar su consistencia. Este es parte de los apuntes rápidos que no buscan una mayor reflexión. Este año, tras un invierno seco y demasiado templado, las lluvias han caído desde abril hasta mayo, y cada día que llegaban miraba en mi pluviómetro la marca de su pequeño caudal y su repercusión inmediata en el verdor de las hierbas del campo. Unas pocas gotas caídas paseando bajo un cielo ralo de nubes abrió estas sensaciones del agua al respirar su humedad en lo pasajero del momento. Suficiente para que en el aire y la piel quedara abierta esa dimensión sensorial por la que entramos a lo intemporal al sentir lo imprevisto.)
4 comentarios:
¿Y cuánto dura un instante, Carlos? ¿Lo que una gota de lluvia al salpicar? Qué sé yo.
Luis Alonso, el tiempo y su percepción depende más de nuestros estados personales que de una pesada y discutible teorización sobre su medida. Cuando las vivencias se hacen interiores, el que manda en ellas eres tú. Por eso lo que escribes es real -la escritura crea realidad, de ahí nuestra responsabilidad en lo que deseamos y queremos construir- y ahí sucede siempre lo que has sentido tú. Tú eres el que dispones. Y el tiempo te obedece. Puede ser permanente, simultáneo, fugaz o no existir. Nuestra temporalidad limitada -inevitable- no está condicionada sino que adquiere nuevas dimensiones desde la creatividad. Es el don más hermoso de todas las personas cuando va unido a la sensibilidad y la intuición. Y quien lo entiende es libre.
Carlos Medrano, nada como provocarte un poco, apenas una pizca. Eres un chollo, querido. Ahora mismo doy a 'guardar' tu respuesta y... me la quedo. Y así se hacen las fortunas: guardando joyas robadas. Buen día!
Ningún regalo mejor que asociar mi nombre a un poema tuyo y a la lluvia, esa lluvia que lava la vida.
Gracias, Carlos.
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