miércoles, 16 de febrero de 2011

Contra toda razón

Si me buscas,
que no te dé la ausencia
palabras nunca dichas.

¿Regresarás mañana?
Tiene la noche dudas
que oscuridad te posan.

Y sin embargo hay música
que da ser: arde.

Y ardes en mí.
Aún creo
y te puedo esperar
en nada, en nada...
 
 
* (Este poema, invocación y despedida, de Las horas próximas, lo muestro ahora bajo el título, no suyo, de una de las tres partes del libro que, leídas de seguido en el índice, descubrían otro poema que de este modo tal vez apenas fue advertido: Contra toda razón / de lo perdido / se abre el mar entre calles. Las mismas calles estilizadas, no manifiestas y casi siempre invernales de aquel Valladolid de mediados de los 80 que atenuaban la soledad de esa llamada con la imagen -premonición y calma- del mar entonces nada cercano ni esperable y que la escritura poética, como cuando es de verdad, siempre anticipa.)
 

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