miércoles, 2 de mayo de 2012

Conformidad

Mira el otoño
crujir en sus cristales
las hojas secas.
  
Tras un verano
de cosecha cerrada,
qué más esperas.
  
Casi descalzo,
el hilo de la niebla
te arroparía.
  
Por eso ahora
la bonanza del aire
te mece y basta.
 
 
* (Mayo es, en la tradición, el primer mes para palpar lo granado. El último Abril, intenso, ha cumplido también con su papel imprevisible y arriesgado moviendo todo por el placer de dejar cada elemento limpio o nuestro proceder sin argumentos. Abril hermoso, como sus inesperadas nieves o la imposibilidad de usar bajo sus cielos inestables un pensamiento válido para dos días seguidos. Este poema en haikus -costumbre surgida desde el escrito a Fukushima- esboza uno de esos momentos cercanos a saberse casi a cero, y cero es más que nada o, por decirlo de otro modo, sin él no existe la posibilidad de comienzo, o este no es tal si no concibe dejar atrás y por completo cualquier peso. Incluyendo los que se arrastran veladamente desde siglos. Lo cual había que atravesar y esperarlo. Se nos olvida que tras la intempestiva tormenta -cuya belleza nos obliga al cobijo- los días siguen cálidos y capaces para acoger los mejores propósitos. A un abismo y a un paso, en lo inmediato.)
  

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