Nadie
imagina el mar desde la orilla,
ni
lo alcanzan los pies dentro del agua.
El
mar lo mismo incita que golpea
y
es una inmensidad que espera y llama.
De
noche es boca a donde nunca iría.
Su
abismo, una canción que no procuro
oír
o navegar. Bajo las olas
la
muerte es bella, sumergida y muda,
la
vida es mansa dimensión soñada.
El
mar en su vaivén asalta y deja
una
verdad solar en quien lo mira
y
entra su cuerpo en él y se abandona.
Un
niño juega y al tocar la espuma
apresa
ausente el tiempo que le queda.
2 comentarios:
Hermoso, muy hermoso.
Me alegro, de verdad. Y gracias por tu afecto.
Tras venirme los dos primeros versos, les concedí tiempo y surgió lo demás. Cuando en algún momento cuesta, es cuestión de esperar, y de oírlo: con ritmo, con sentido, con tacto. Como en todo lo mejor que hacemos, y como tú lo has leído.
Lo escribí con el blog de notas del móvil. En estos casos, las correcciones del papel se pierden y te ves obligado a escribir con más audacia, libre de esa memoria. También el mar con su vaivén continuo limpia y renueva cualquier estado anterior sin excepción ni fatiga. Su fuerza y magnitud siempre cambia y nos cambia.
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