jueves, 14 de agosto de 2014

Divergencia

                                           para Javier Dámaso
 

¡Qué frágil servidumbre
amar si por el aire
lo que corta ya viene!
Nos deshace en la noche
el tacto del silencio.
Un dolor en la espalda
sueña su cauce libre.
Ningún final se impone.
Todo comienza al borde
de soltarse dos cuerpos.
Dejan de ser un río
ahora lleno de sombra.
La piel, una corriente
de un quebrado deseo.
Una muda guadaña
recorre los perfiles
de un paisaje profundo
para el olvido limpio.
Adentro de los ojos
se desprende la imagen
de un disuelto remanso.
Quiere asomarse el pulso
a su brocal más hondo,
al eco donde el juego
paraliza el mercurio.
El día que se abre
aún espera semillas
para un vago futuro.
Detrás de esa mirada
se cierra un universo.
No se ha acabado el mundo.
Lo comienzan tus pasos.
    
   
* (En ocasiones, un detalle inesperado y veloz de una conversación nos mueve una inquietud que reaparece hasta perfilar lo que quiere decirnos, de tal modo que el reflejo de cualquier componente del mundo pasa a ser muchos otros reflejos, incluido el nuestro, o un lugar hacia adentro. Nada del exterior estaba fuera de nosotros, ni nada de lo que vemos al final es ajeno. A veces, sentimos al vivir un frágil recorrido, pero junto a él la memoria de un origen sin daño, aquella parte de nosotros que ha de crecer sobre el dolor o el miedo.)
 

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