¡Qué poquitas palabras y cuántas cosas dicen! Hermoso poema, Carlos. O poemas, porque cada terceto tiene entidad propia con ese aire de haikus aunque en rigor no lo sean. Gran abrazo.
Me sumo a las palabras de celebración de los amigos Elías y Alfredo. También yo visité el lugar el año pasado y estas palabras lo han vuelto a colocar ante mis ojos con meridiana claridad.
Gracias por la amistad y estas palabras, Alfredo, Elías y Antonio. Ojalá sigamos teniendo a mano las ocasiones donde las palabras puedan contener más veces el dios del lugar que menciona Alfredo en medio de días que tienen el don de ser también un regalo. El primer paso es salir al encuentro, la posibilidad del viaje.
Desde siempre, en el resguardo de algunos espacios cerrados queda -para quien llegue- lo intemporal y la resonancia del silencio, lo vegetal, las piedras y el momento de la mañana o la tarde. Esto fue un apunte. Vuestras visitas me confirman que esa invitación a la revelación, al descubrimiento sigue estando ahí para quien pase o vuelva. Sin apenas más tiempo, tuve la sensación de que esta provincia contenía lugares que invitaban a quedarse a vivir o recordaban estos equilibrios de la luz y los elementos naturales, como en este jardín, al lado de una memoria artesanal y física de otros tiempos y gentes.
De nuevo, sólo lo fugitivo, lo vulnerable, lo expuesto y lo sagrado por minucioso y frágil... permanece y dura. Recordando a Zoki, y frente al cotidiano y duro caos aparente, una apuesta y una propensión a la delicadeza. Todo nace, como señalaron ya otros autores, en la manera de mirar. Para quien valga.
6 comentarios:
Estuve allí este verano. Puedo dar fe de que el poema tiene cautivo dentro, como pájaro en jaula abierta, el dios del lugar. Un abrazo.
¡Qué poquitas palabras y cuántas cosas dicen! Hermoso poema, Carlos. O poemas, porque cada terceto tiene entidad propia con ese aire de haikus aunque en rigor no lo sean. Gran abrazo.
Me sumo a las palabras de celebración de los amigos Elías y Alfredo. También yo visité el lugar el año pasado y estas palabras lo han vuelto a colocar ante mis ojos con meridiana claridad.
Un abrazo.
Gracias por la amistad y estas palabras, Alfredo, Elías y Antonio. Ojalá sigamos teniendo a mano las ocasiones donde las palabras puedan contener más veces el dios del lugar que menciona Alfredo en medio de días que tienen el don de ser también un regalo. El primer paso es salir al encuentro, la posibilidad del viaje.
Desde siempre, en el resguardo de algunos espacios cerrados queda -para quien llegue- lo intemporal y la resonancia del silencio, lo vegetal, las piedras y el momento de la mañana o la tarde. Esto fue un apunte. Vuestras visitas me confirman que esa invitación a la revelación, al descubrimiento sigue estando ahí para quien pase o vuelva. Sin apenas más tiempo, tuve la sensación de que esta provincia contenía lugares que invitaban a quedarse a vivir o recordaban estos equilibrios de la luz y los elementos naturales, como en este jardín, al lado de una memoria artesanal y física de otros tiempos y gentes.
De nuevo, sólo lo fugitivo, lo vulnerable, lo expuesto y lo sagrado por minucioso y frágil... permanece y dura. Recordando a Zoki, y frente al cotidiano y duro caos aparente, una apuesta y una propensión a la delicadeza. Todo nace, como señalaron ya otros autores, en la manera de mirar. Para quien valga.
¿Y por qué no hacer de esto no sólo una literatura sino una ética en la vida? Por fortuna, sucede, ¿o no es así, Tomás S. Santiago?
Certero, Carlos. Sensibilidad es la palabra. La que tú tienes. Un abrazo.
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