Es el silencio la señal
de que es mejor la espera,
que la palabra ya brotará
de lo que ahora
aún se prepara
o es vagamente una canción indefinida.
Crear es la materia y certidumbre
que sólo expresará quien llegue a ella
y la conciba sin esfuerzo
como se llega a la intuición o se entra al sueño.
Callar por tanto
es respetar que se diluya
cierta frontera o sima
de lo que queda atrás o más bien no inaugura,
que no conduce en este instante a nada
que sea verdad o tentativa
diferente y nueva.
Más bien la ingravidez ha de quedar
en el sentir y la memoria.
La palabra no urge,
que no conduce en este instante a nada
que sea verdad o tentativa
diferente y nueva.
Más bien la ingravidez ha de quedar
en el sentir y la memoria.
La palabra no urge,
no asoma presionada
y como el agua fluye sola. Está ahí.
Sabe aguardar a quien un día
la advierte y hace suya
y erige entonces la nueva realidad
que al nombrar crece
con la facilidad de las horas vividas,
igual que en estos días templados
inundan de color trinos y brasas
las tardes que hacia abril se desperezan.
Callar también es dar,
con la nostalgia
de quien, en su mirar, de sí se olvida.
y como el agua fluye sola. Está ahí.
Sabe aguardar a quien un día
la advierte y hace suya
y erige entonces la nueva realidad
que al nombrar crece
con la facilidad de las horas vividas,
igual que en estos días templados
inundan de color trinos y brasas
las tardes que hacia abril se desperezan.
Callar también es dar,
con la nostalgia
de quien, en su mirar, de sí se olvida.
* (Más de un amigo de este blog me ha incitado a escribir, sin que ello yo lo sintiera como una urgencia o prioridad, ni tampoco, por ese aparente silencio, una pérdida. Cada cosa a su tiempo pues cada impulso encuentra su momento. No sé si este poema responde de algún modo a esa invitación, o si tampoco hace falta referirse y justificar ritmos, ocasiones y prioridades de la vida, ni previsibles ni seguras. Vivir es un azar y mucho mejor hacerlo libre. Lo volátil de todo encierra una lección lúdica. Mientras tanto, nos bastaría, en los momentos más duros, con que la ligereza se sostuviera más allá del deseo y la sonoridad de esta grata palabra.)
5 comentarios:
Feliz demora, amigo. Todo un poema.
Tiene razón Valverde: todo un poema.
Logrado, Carlos. Tiene la exactitud de lo que se conoce bien pero sólo se revela con el adecuado ejercicio respiratorio. Creo que lo hubiera podido firmar Claudio Rodríguez (si me perdonas la osadía, que a la vez me evita grandes rodeos). Es toda una celebración.
Memorable poema. Recopila poemas del blog. Tienes tres poemarios magníficos.
(de un correo electrónico de José Antonio Zambrano de 31 de mayo de 2016)
Acabo de leer "Demora". Qué envidia sana, amigo, escribir así.
Un abrazo fuerte,
José Antonio
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