Rechazamos el límite
y de él viene la forma.
El mundo es un contorno
de belleza tangible,
un rumoroso impulso
o un ávido cobijo.
El entorno inmediato
es medida creciente
de todo lo alcanzable.
Cabe en él suficiente
remanso y su materia
aguarda ser espejo,
proyecto, o el espacio
donde cada elemento
nace también escrito.
Son un humilde alarde
los sucesos diarios.
Nada queda tan lejos.
Lo fugaz, lo concluso
confluyen al trazado
del relieve del mundo.
Con forma de nostalgia
perfilan nuestros ojos,
suavizan el deseo.
El sueño abre otras puertas
que preludian lo nuevo.
Bajo el sol lo radiante
extiende sus colores,
resuena en nuestro pecho
el rumor de seguirlo.
* (Estaba en el blog de notas del penúltimo móvil, que le ha dado por resucitar. Suelo escribir mis poemas tecleando en ellos, convertidos desde hace mucho en mi agenda, al ir conmigo a cualquier sitio. Era un poema fechado, no concluido y con buen aspecto, para salvar entre otros apuntes sin interés. Por suerte, la lectura me llevó a retomarlo y esto es lo que terminé de componer ayer mismo. Coincide con esta favorable noticia de José Luis Bernal, que me ha alegrado, y a quien le brindo, con hermandad, este poema para celebrarlo.)
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