¡Qué
ha quedado del aire!
La memoria de voces,
La memoria de voces,
la tarde sin señales al ponerse,
el frío que se agita en los cristales
mientras el fuego deja
entrever en sus llamas
el
perfil de los rostros
cuyas brasas persisten.
Si repaso sus
nombres,
continúa conmigo
la imagen y las luces
de todos
los momentos
donde el tiempo era amplio
y el juego lento y
libre.
Ahora acuden
con otra piel más sabia
cuando cuidan
del mundo.
Ya no existen sus manos,
y por eso las mías
de pronto son mayores
y ahora soy quien acoge
con el calor del heno
que mis dedos permiten
la corteza del bosque
o el
cobijo de un padre
mientras el día avanza
inerme en su temblor,
y
el vacío no duele
al arder y abrigarnos.
Voy a dormir. Silencio
en la alcoba y el
pulso.
Los enseres diarios
a oscuras me conocen
cuando giro en la
noche
el cuerpo que se entrega
en el pozo del sueño.
Mi
corazón no pesa.
Tranquilo, acepta y siente,
a la vez que concede
el callado desvelo
de
cuidar lo indefenso,
y
el aliento más joven
que crece a nuestro lado
nos devuelve en sus ojos
su claridad más frágil.
2 comentarios:
¡Hermoso poema!
Es el dulce transitar de la vida
y el tiempo que no perdona. Quienes nos han precedido en la partida,
quedan empero presentes en nuestro recuerdo y en la memoria de los recintos transitados.
Un abrazo y muy feliz y creativo 2018
para que nos sigas deleitando con tu poesía.Y bendiciones a tus seres queridos.
Bellísimas palabras tuyas, Myriam. Que esa bondad y actitud de armonía presidan lo nuevo y no sabido del vivir que comienza, ahora en mitad del frío y del cambio de año, donde más bien, en general, los humanos hemos cambiado poco.
Por pequeño que sea, nunca sobra el esfuerzo y conciencia de los que optan por no sembrar más daño y repararlo. Y el de los que llegan a entender que su identidad y esencia nada tiene que ver con el orgullo ni la ira, tan justificadora de todas las bajezas.
Un abrazo y los mismos deseos para ti y los tuyos,
y para los seguidores de este blog, que hacen posible compartirlo.
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