Hoy junto al mar estaba florecida la lantana. Y toqué con mis manos el romero bajo el sol que esquivaba una paloma. Cuántas veces la espuma de las olas rompe junto a las rocas sin que nadie la vea, vierte su resonancia sin nadie que la oiga; y en esa cercanía, asedio, entrega... incluso entre la niebla, ese rumor constante da la mano a otra mano que hoy llega junto al iris de unas flores henchidas, y nada es vano bajo la claridad del cielo y el temblor de este mar que liba el corazón de las abejas y atesora la vida igual que ellas.
Son lugares donde el tiempo se para, a ras de un mediodía, de una línea de tierra, en que cada elemento conduce desde adentro a lo que vibra, en la marca no escrita del aire o sobre el agua.
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