Pero cómo decírtelo,
al vuelco ausente.
Miradores sin nadie.
Y el aire que no espero
me voltea.
* (Hoy es el cumpleaños de una amiga de siempre, Lucía Mera, que aunque no nos vemos hace años -los muchos que no he vuelto por la tierra- sigue mostrándome en su voz al teléfono su derroche vital que no ha frenado nada o nadie. Si un día se reunieran, guarda una serie de poemas dedicados por varios autores extremeños que celebraron su encanto juvenil y adolescente. Tal vez el más antiguo sea el mío, recogido en Corro, al que ya haré hueco aquí, pero conozco también los de Manuel Pacheco, Santiago Castelo o Antonio Mª Flórez, gozosos y entrañables. Si su belleza y espontaneidad merecieron entonces esos versos, yo hoy brindo, sonriente, que me siga llegando todavía su lección de coraje y afecto a prueba de los años. Al sacar estas otras dos jaiquillas inéditas que quedaron fuera de A lo breve, me permito precisar algo, pues el nombre de esta estrofa fijado finalmente por Rosa Chacel no hubiera sido posible sin que un día Lucía, al leerle aquellas breves piezas de Antonio Piedra en una visita veraniega a su casa de Don Benito hace ya tanto tiempo, me dijera: "¿me lees otra vez esas 'haidillas', Carlos?" Y haidillas encantó a Antonio, hasta que la lucidez rigurosa de doña Rosa Chacel precisó el nombre definitivo. Que conste.)
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