miércoles, 11 de enero de 2012

Cada noche

Cada noche al sentirlo
-hecho gato el espacio-
detén el tiempo.

Trata de verlo
más allá de su juego
con que huye a diario.

Y acceder, diluirte
en el punto infinito
donde te cuente todo.

Luego, del universo
con tu dedo dibuja
lo incesante cercano.

Ponle tus ojos
para que el fuego lleve
voluntad de vivirlo.

 

* (Después de varios años sin coincidir, pude estar en los primeros días de este dos mil doce con Aderito Pérez Calvo y Consuelo Ceínos, amigos entrañables de Cuenca de Campos, siempre tan creativos y testigos vivos de un campo castellano -y hasta un vocabulario- que culmina con ellos. ¡Cómo no dedicarles algo mío si nunca los he sentido lejos!)
  

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