Cada noche al sentirlo
-hecho gato el espacio-
detén el tiempo.
Trata de verlo
más allá de su juego
con que huye a diario.
Y acceder, diluirte
en el punto infinito
donde te cuente todo.
Luego, del universo
con tu dedo dibuja
lo incesante cercano.
Ponle tus ojos
para que el fuego lleve
voluntad de vivirlo.
-hecho gato el espacio-
detén el tiempo.
Trata de verlo
más allá de su juego
con que huye a diario.
Y acceder, diluirte
en el punto infinito
donde te cuente todo.
Luego, del universo
con tu dedo dibuja
lo incesante cercano.
Ponle tus ojos
para que el fuego lleve
voluntad de vivirlo.
* (Después de varios años sin coincidir, pude estar en los primeros días de este dos mil doce con Aderito Pérez Calvo y Consuelo Ceínos, amigos entrañables de Cuenca de Campos, siempre tan creativos y testigos vivos de un campo castellano -y hasta un vocabulario- que culmina con ellos. ¡Cómo no dedicarles algo mío si nunca los he sentido lejos!)
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