Llevo pensándolo hace un tiempo. Dar un descanso al blog. Y reconocer que hay un momento para todo. Hay poemas y escritos a los que podía seguir dándoles la vida pública que merecen y que aquí tenían su reposado espacio y cuidado. Siempre puede haber ocasión para ello. El silencio es tan necesario o más que la comunicación y entenderlo es respetar los ritmos y la atención a los cambios y tareas vitales que nos piden paso. Eso es todo. Sobre todo si se quiere escribir a gusto de nuevo. Pero ahora, a pesar de haber disfrutado de las publicaciones y del espacio de encuentros que el blog también ha sido, es el momento de hacer un alto con los ojos abiertos (y también cerrados) a espera de sentirme más adelante con otra sensación y peso. La vida se mueve tan rápida que aunque seamos los mismos, nada es a la vez lo de hace poco tiempo y son necesarias las paradas mientras sentimos la fuerza o la necesidad de estas reconexiones y entendemos el sentido de lo que vivimos o está sucediendo. Señalo así esta lectura interior e impulso. El mejor modo de marcar este alto es hacerlo con dos o tres poemas más en los días siguientes. Nadie abandona nada, más bien hablo de la necesidad de ver -y quien sabe si ser- de otra forma de nuevo.
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