sobre la isla.
El poder de la noche
ancla su orilla a tierra.
Inclinado a las olas
el silencio descansa.
Un jardín de agua clara
hace oscilar la luna.
Y el pie dentro del agua
nunca deja memoria.
Quien se desvela inicia
la luz interrumpida.
Ante el mar unos ojos
sin querer se reflejan.
* (Es el primer 11 de septiembre que no he podido felicitar en su cumpleaños a Santiago Castelo. Por su final, este poema me lleva a recordar aquellos Cuatro emblemas que dirigí a él, Ángel Campos, Álvaro Valverde y -como dije- quise estar con vosotros. Ahí seguimos estando.)
2 comentarios:
Un abrazo, Carlos. Ahí estamos.
Qué hermosa idea la de ver la noche como un ancla que impide que la isla siga a la deriva. Imagen poderosa. Menos es más.
Un abrazo ya casi (y sin casi) otoñal, Carlos.
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