sábado, 1 de abril de 2017

Carta abierta

                                homenaje a Anne Perrier

Todo por aprender.

Frente a tus ojos,
la moneda de oro
que se disuelve en nada,
el valor de una imagen
avivada en su calma.
En lo que tú me des
sin que yo te lo pida
-el sencillo presente
de unas manos abiertas-
trazaré la hora y senda
por donde se recoja
la tarde demorada
como una certidumbre,
la voz de esa vivencia
en las formas que alumbra.
Sin falta de más cosas.
Una silla, la calle,
el frescor de ese caño
cercano que te alivia.
Como una ofrenda pobre
o una verdad sin lucha,
la dicha era posible
ante ti, sin palabras,
como el que corta el pan
con la mano y te mira
y su parte te entrega.
 

2 comentarios:

Myriam dijo...

El amor en lo sencillo y cotidiano
de la entrega. ¡Hermoso!

Un abrazo, Carlos

Alfredo J Ramos dijo...

Ojalá sea cierto. Como en el poema.