Un barco de papel donde navegue
por siempre Laura.
A la altura del mar ese volante
rueda, humedécese.
Obleas y carruseles era el parque
a donde regresaba como el agua.
Yo te llamaba en sombra
desde el puente de hiedra de los árboles.
Buscaba algo en el aire. ¡Oh, si me miras,
un regaliz resbala hasta los peces,
una paloma descendía a mi alma!
Eterna niña y fuente,
pon el pie en esa orilla.
¿Ves? Zapatito de algas.
¡Mira! El dolor no existe.
Valladolid, Campo Grande
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